Plaga de ratones y más de 8 horas esperando entregar encomiendas: Las inhumanas condiciones que enfrentan familiares de reos y presos en Cárcel de Punta Arenas

26 de agosto de 2021

Lorena Millapani es la vocera de la Agrupación de Reos Libertad y denuncia las malas condiciones que deben enfrentar cada vez que acuden a ver a sus familiares al Complejo Penitenciario de Punta Arenas.

Millapani relata que cuando van al recinto a dejar artículos y útiles a los reos, deben comenzar a llegar a las inmediaciones del penal alrededor de medianoche, por lo que tienen que esperar al menos 8 horas para entregar alguna encomienda.

“Se duerme en los vehículos para ser los primeros en entregar las encomiendas y no salir a las 17 horas”, denuncia la dirigente, relatando que ni siquiera ponen a disposición un baño químico, en consideración a la gran cantidad de horas que deben aguardar los familiares en las afueras del complejo.

La vocera comenta que han conversado con el alcaide respecto de esta situación, pero la respuesta que entregan es que carecen de suficiente personal para dar la atención oportuna.

“Hemos propuesto que las entregas se hagan en dos turnos, uno por la mañana y el otro por la tarde. Pero la respuesta siempre es la misma: no hay personal para todo”, explica Millapani.

Además, mientras aguardan, han constatado que en el lugar persiste una plaga de roedores: “Los ratones se pasean delante de uno”.

La agrupación, en tono irónico, ya no considera que la presencia de los roedores sea una plaga, sino más bien es una “población” que convive en el sector.

“Algunos de los reos tienen de mascota a los ratones”, denuncia Millapani, afirmando que los roedores se pasean libremente por todas las celdas y diferentes secciones del penal puntarenenese.

Sin embargo, al comunicarle la situación a las autoridades penitenciarias, están niegan la plaga: “Parece que los ratones les tienen miedo, porque se esconden cuando se hacen inspecciones”.

Por estas razones, los familiares le entregaron una carta al alcaide, la cual firmó comprometiéndose a que haya cambios en varios aspectos, pero estos aún no se concretan.

“El problema es que cuando uno entra, los gendarmes tampoco tienen su distintivo para saber quienes son. Muchas veces nos tratan mal. Ellos cambian el aforo de la manera que ellos quieren”, denuncia.

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