Una franja sin fondo [Columna de José Benítez Mosqueira]

24 de octubre de 2021

A un mes de las elecciones presidenciales, parlamentarias y de consejeros regionales, no se nota aún que la mayoría ciudadana se conmueva con el inicio de la propaganda electoral, especialmente la televisiva, que suele atraer la atención de quienes vitrinean en búsqueda de definir su voto.

Desde el viernes se están exhibiendo las piezas audiovisuales que prepararon los equipos de los aspirantes a La Moneda Eduardo Artés (Unión Patriótica), José Kast (Partido Republicano), Gabriel Boric (Apruebo Dignidad), Sebastián Sichel (Chile Podemos Más), Franco Parisi (Partido de la Gente), Marco Enríquez-Ominami (Pro) y Yasna Provoste (Nuevo Pacto Social).

Con las expectativas un tanto decaídas, me puse frente al televisor a presenciar el comienzo de la franja, quizás esperando alguna sorpresa que rompiera la monotonía de los muchos debates que se han realizado.

Esta vez, a diferencia de otras oportunidades, decidí no comprar cabritas, intuyendo que la oferta fílmica no justificaba la inversión.

No me equivoqué.

Los directores apelaron al sentimentalismo barato y llenaron de imágenes sensibleras la pantalla. La sangre -metafóricamente hablando- que esperaba ver correr luego de las escandalosas revelaciones de los Pandora Papers y el regreso de la protesta del pueblo en las calles, nunca llegó.

Los candidatos y la candidata se cuidaron de hablarle a una audiencia cautiva y solo veladamente intentaron cruzar la alambrada que los separa para intentar convencer al electorado indeciso.

A partir de esa apuesta colectiva un tanto pusilánime, lo que vimos fueron producciones poco jugadas, carentes de audacia, acción y sorpresa.

En esta primera pasada, el único que se atrevió a romper el statu quo fue Parisi, que se ha erigido como el que no tiene nada que perder. Desde Estados Unidos, donde reside desde hace varios años, hace campaña para ser presidente de Chile, pues todavía se arriesga a ser detenido si pone sus pies en territorio nacional.

Impresentable.

Y muy pocos alzan la voz.

Esto solo ocurre en el Macondo en que nos hemos transformado, a punta de singularidades como la reseñada y de corruptos que esquilman las arcas fiscales, a vista y paciencia de las instituciones obligadas por ley a parar la fiesta.

Esta vez la pluma de los creativos no dio para incluir en los libretos la cruda realidad, quizás por temor al desbande y a espantar a los espectadores.

Otro que se atrevió fue el profesor Artés, que no se muestra tímido a la hora de saludar a los símbolos y figuras de la izquierda de los años sesenta, incluso enarbolando la figura del líder mirista Miguel Enríquez (padre de Marco Enríquez-Ominami) o de Salvador Allende, saltándose el “mejor derecho” que podrían pretender sobre su figura y legado los socialistas y comunistas.

Mientras la izquierda institucional prefiere vestir trajes de renovación para no asustar a los timoratos, la propuesta de Artés -incluso rozando la caricatura- es un guiño dedicado a quienes sostienen que Gabriel Boric no pasa la prueba de la blancura de un revolucionario de tomo y lomo.

Desde la vereda del primer lugar en las encuestas, el magallánico intenta con tono mesurado ampliar la base de votantes hacia el centro, porque sabe que no basta con sus adherentes para vencer en una eventual segunda vuelta.

Hacia la derecha, el panorama no es más alentador para José Kast y Sebastián Sichel. Mientras el primero intenta disfrazar su esencia ultraderechista, el ex democratacristiano viene cayendo impulsado por su inconsistencia y oportunismo político, que la derecha más tradicional no perdona y huye para refugiarse en los brazos del republicano.

En esta pasada, la candidata Yasna Provoste y sus huestes optaron por un discurso fílmico un tanto críptico en sus alcances, poniendo en pantalla a un muchacho cantando a capella el himno nacional, mientras se sobreimprimían los datos trágicos de la pandemia.

Por último, a Enríquez-Ominami solamente le queda la tozudez y la secreta esperanza de que resbalen Boric o Provoste. Entró tarde a su cuarta candidatura y es muy difícil que logre incidir en el resultado final.

Escrito por: José Benítez Mosqueira, periodista.