Turbulencia [Por José Benítez Mosqueira]

11 de abril de 2022

A un mes de asumir el gobierno, el mandatario Gabriel Boric se reunió este domingo con su gabinete en la casona del barrio Yungay para analizar los pros y contras de la instalación.

Si bien nuestro país está sufriendo una de las sequías más crueles de su historia, las nubes negras que se posaron sobre La Moneda hacían presagiar tormenta, que el encuentro entre compañeras y compañeros de ruta no sería tan grato como era deseable, sobre todo por los errores no forzados que se han cometido desde el 11 de marzo pasado.

Las complicaciones que ha debido enfrentar las últimas semanas el gobierno en pleno son la evidencia más clara de que la “luna de miel” con la ciudadanía terminó, puesto que los que votaron por el proyecto transformador de la coalición Apruebo Dignidad ya comenzaron a exigir el cumplimiento del exigente programa.

Para mayor abundamiento, algunas desinteligencias de la ministra del Interior, Izkia Siches, atribuibles a su inexperiencia política, terminaron por colmar la paciencia de la gente, que demanda medidas concretas que le ayuden a paliar los problemas cotidianos, por ejemplo, el alza desmedida y sostenida de los precios de los productos que conforman la canasta básica.

Todo ha subido, también la voracidad insaciable de los especuladores de siempre, que no pierden ninguna oportunidad cuando se trata de aumentar sus ganancias, en medio de la desesperación de los trabajadores y trabajadoras que ven que su sueldo no les alcanza para llegar a fin de mes.

Asimismo, hemos sido testigos de un cierto desorden en las huestes parlamentarias oficialistas, que aún no logran ponerse de acuerdo acerca de la conveniencia o inconveniencia de un quinto retiro -en rigor, cuarto- de fondos previsionales.

Paralelamente, los constituyentes avanzan, sin descanso, en la generación de los contenidos de la nueva constitución, tarea no exenta de polémica y sometida a la crítica permanente de los sectores conservadores y grupos de presión, que se sienten amenazados por la irrupción de lo nuevo y el derrumbe de sus mezquinos privilegios.

En ese escenario, el jefe de Estado recurrió a su experiencia como pasajero frecuente de aviones para describir lo que ha sentido en este periodo al mando de la nación.

“Hemos despegado con turbulencias. Estas turbulencias evidentemente generan incertidumbre, pero las vamos a superar”, les dijo a sus colaboradores más cercanos.

Como buen magallánico sabe que los vientos cruzados generan inestabilidad en el despegue e incluso durante el vuelo, pero la pericia y muñeca del piloto siempre logran estabilizar la nave.

En algunos viajes a Punta Arenas los pasajeros primerizos se asustan por el movimiento y temen lo peor, pero la cercanía y acompañamiento de la tripulación de cabina les devuelve la calma.

Son un equipo y actúan como tal.

Con esa imagen en la cabeza, en el momento que nuevamente les recordó a los ministros el objetivo de su gobierno, no tengo ninguna duda que Gabriel Boric recurrió a su experiencia vital para reiterarles que están al servicio de millones de chilenas y chilenos, y que deben desplegarse de Arica a Magallanes para explicar en terreno las medidas que están implementando para hacer realidad las promesas de campaña.

Finalmente, me quedo con las palabras de la vocera de gobierno, Camila Vallejo, quien recalcó la importancia de la autocrítica para enmendar el rumbo: “No basta con decir que somos un gobierno nuevo, sino que también requiere reconocer que podemos hacerlo mucho mejor”.

Así sea.

Escrito por: José Benítez Mosqueira, periodista.