El escándalo de las licencias médicas mal utilizadas y que ha golpeado una vez más, y tal vez de manera definitiva, la confianza de las instituciones del Estado, refleja la podredumbre en la que estamos inmersos como sociedad. Todo esto avalado, garantizado, y caracterizado en algunos casos, por la propia clase política, y los funcionarios que han sido contratados o ingresados al sistema público por los mismos dirigentes de partidos políticos, o gobiernos de turno que colocan a sus conocidos en cargos de confianza, con alta remuneración, y de protección mutua. Una verdadera asquerosidad.
El pus sale por donde uno remueva algo. No hay espacio donde lamentablemente se pueda decir «acá no ha pasado nada». Y más encima, entre la putrefacción y las conveniencias, hay estamentos que aún no dicen nada. Se resguardan, en quizás cuál esperanza, o en las promesas cruzadas de protección entre unos pocos. Otra asquerosidad.
En Magallanes, aparte de las entidades públicas más importantes como la Municipalidad de Punta Arenas y la Gobernación Regional, también existen más oficinas públicas afectadas por sus propios funcionarios, como por ejemplo la Municipalidad de Torres del Paine, la Municipalidad de Natales, la Municipalidad de Porvenir, la Municipalidad de Primavera, la Municipalidad de Laguna Blanca, la Municipalidad de Cabo de Hornos, la Municipalidad de Timaukel, el Servicio de Salud Magallanes, la Municipalidad de Río Verde, y la Municipalidad de San Gregorio. Sencillamente escalofriante y repugnante.
Pocos han sido los que han salido al paso en términos comunicacionales respecto al escándalo y han tomado al mismo tiempo cartas en el asunto. Solamente el municipio de la capital regional ya comenzó con las respectivas investigaciones, sumarios y acciones que resulten de aquello.
En el caso de la Gobernación Regional de Magallanes, donde hay 11 casos vinculados con las licencias mal utilizadas y viajes al extranjero, por más que los medios de comunicación han solicitado información, no se han referido al tema. La negativa e inexperta línea del silencio en el GORE cuando enfrentan un problema vuelve a mostrar todos sus malos rasgos con este tema. Pero seguramente, se verán obligados a entregar todos los antecedentes y llevar adelante las investigaciones que corresponden.
El silencio cuando es repetido y prolongado hace aún más ruido. Es raro ver cómo no se entiende la pobreza de transparencia y de acciones mientras el fuego está llegando donde jamás se imaginaron que podría llegar…
¿Y qué dice la opinión pública de todo esto? La mayoría ocupa la frase de «ya se sabía». Todo esto era como un secreto a voces que sabía todo Chile. Como una tradición mal entendida. Otro escenario social repugnante que ha sido garantizado y avalado por la clase política durante años y años.
Además, lo que uno esperaría es que se hable, se enfrente, se investigue de manera automática, los sinvergüenzas devuelvan toda la plata, y terminen siendo desvinculados. Porque además, es inimaginable la cantidad de licencias mal utilizadas por personas que no salieron del país, y se quedaron bajo el mismo concepto pero en territorio nacional.
Un fraude a las personas, a la ciudadanía, un fraude al Fisco, un fraude a la sociedad chilena, un fraude para quienes sí necesitan licencias médicas, o para quienes deben poco menos que rogar para que se las paguen, un fraude de la política y de los partidos políticos, un fraude de las autoridades que poco y nada hacen por fiscalizar, un fraude a la educación que está al debe, y un tremendo fraude a nosotros mismos… Son los propios ciudadanos que defraudan a otros ciudadanos.
Y a través del silencio y la ignorancia, nos vamos hundiendo cada vez más en la inoperancia, y la falta de responsabilidad social que muestran (o mostramos) todos, absolutamente todos.
Habrá que exigir con todas las fuerzas y herramientas, que todas las entidades públicas involucradas en Magallanes con el escándalo de las licencias mal utilizadas y de llevar adelante un fraude al Fisco y a todos nosotros, hagan lo que tengan que hacer, investiguen, cobren lo defraudado y echen a quien tienen que echar. De lo contrario, serán cómplices de la putrefacción en la que nos han metido, una vez más.