Obispo de Punta Arenas y 50 años del golpe: «El alma de Chile lleva una herida que sigue sangrando»

10 de agosto de 2023

Una reflexión sobre los 50 años del golpe de Estado que significó una ruptura de nuestra convivencia democrática durante diecisiete años, junto con una serie de dolorosas violaciones a los derechos humanos en nuestro país y otras consecuencias sociales, políticas y culturales», emitió el obispo de Punta Arenas, Óscar Blanco Martínez, quien asumió hace un año esta austral diócesis chilena.

«Es un acontecimiento que, a pesar de todos los pasos de reencuentro, de recuperación de formas de convivencia democráticas, de justicia y reparación a las víctimas, sigue dividiendo a las personas y a nuestro país; a pesar que alrededor del 80% de los chilenos de hoy no había nacido o eran niños pequeños en 1973. Incluso la manera en que se le nombre es causa de divisiones. Todo lo que suscita esta conmemoración nos muestra que el ‘alma de Chile’ lleva una herida que sigue sangrando; se trata de un acontecimiento que toca profundamente nuestras vidas, nuestra convivencia y nuestro futuro».

La carta pastoral, la primera que emite el obispo en su primer año desde que asumió la diócesis, se titula «Memoria y Futuro». En ella indica que hacer memoria es «una exigencia de nuestra vida como pueblo, para seguir construyendo una patria que nos llene del sano orgullo de que es una patria buena para todos. También, como pueblo, tenemos el deber de hacer memoria como una exigencia de respeto, justicia y reparación ante el sufrimiento de las víctimas directas del golpe de estado y de sus familias. Muchos compatriotas murieron, otros aún continúan desaparecidos, muchos sufrieron la tortura, el exilio, la pérdida de sus trabajos por sus ideas políticas, y diversas violaciones a los derechos humanos. Hacer memoria es una exigencia de respeto, solidaridad, búsqueda de justicia y de reparación ante el sufrimiento de muchos hermanos nuestros», indica el obispo más austral del mundo.

En un acápite importante sobre la «sanación de la memoria», el obispo Blanco Martínez, sostiene que los acontecimientos vividos con ocasión del golpe de estado del 11 de septiembre de 1973 «han dejado heridas profundas en nuestra historia colectiva y en la vida de muchas personas». Y entre los pasos de sanación destaca «el acompañamiento de diversas organizaciones de derechos humanos y de la Iglesia a las víctimas, el establecimiento del estado de derecho y del sistema democrático, el reconocimiento por parte del Estado de las violaciones a los derechos humanos, el compromiso asumido por las instituciones armadas con la democracia y el respeto a los derechos humanos, la investigación y juicio a los culpables de esas violaciones, las formas de reparación que el Estado ha intentado dar a las víctimas. Todo eso es valioso e importante. Pero, lo decisivo ante las heridas de la historia es, siempre, una decisión de perdón y reconciliación».

Añade que «Junto con el nunca más a la pasividad o indiferencia ante las injusticias y la corrupción, tenemos que afirmar, hoy más que nunca, el compromiso de una honesta búsqueda de justicia social -especialmente para los más pobres y vulnerados de la sociedad como base del bien común».

«Hoy más que nunca es necesario explicar a las nuevas generaciones -que no vivieron los años de la dictadura o eran niños- que la posibilidad de terminar con la injusticia social depende de que vivamos en condiciones de libertad, y que ello supone tener derechos y sus deberes correlativos. Hoy más que nunca tenemos que llamar a los jóvenes a la noble tarea de cuidar el país de los abuelos y las abuelas, de los que hicieron posible la vuelta a la democracia, y así construir el futuro para los que vendrán después de nosotros».

Finalmente, que «esta conmemoración de los cincuenta años del golpe de estado de 1973 es un llamado a todos para hacer memoria y vivir un camino de sanación, comprometiéndonos juntos, hoy más que nunca, a construir una patria acogedora para todos. Asumir en común este compromiso es la condición para enfrentar creativamente, con los esfuerzos necesarios y con esperanza, los retos y desafíos del tiempo que hoy nos toca vivir.

El obispo de Punta Arenas concluyó animando «a todos a avanzar en caminos concretos que permitan transformar la realidad de nuestro país y liberarla de los males que la aquejan».

Escrito por: Redacción ZonaZero - Religión Digital