Nueva Constitución: un camino que se abre [Por José Benítez Mosqueira]

18 de julio de 2022

Los días fríos, con lluvia y nieve, de la última semana, fueron la invitación precisa a guarecerse en búsqueda del calor de hogar que siempre invita a la introspección, a repasar serenamente nuestra existencia y cómo esta fluye en armonía con su entorno.

No es una tarea fácil, sobre todo cuando el ambiente está crispado y los estímulos negativos empujan en dirección opuesta a la que aconseja el sano juicio.

Hoy por hoy, algunas voces destempladas se apoderan de cuanta tribuna mediática encuentran para vociferar en contra de la nueva Constitución, la propuesta que nos entregó luego de un año de arduo trabajo la Convención Constitucional, con la finalidad de que las chilenas y chilenos nos pronunciemos en septiembre próximo sobre su viabilidad.

No cuestiono el derecho que tienen los partidarios de la opción rechazo a expresar su opinión, pero me parece absolutamente reprobable que su argumentación se funde en la falacia, las fake news, la ignorancia, la prepotencia y en infundir temor a la ciudadanía a través de los medios de comunicación industrializados, que suelen reflejar y defender los intereses de la pequeña pero poderosa facción de la sociedad que ha promovido desde siempre el anquilosamiento y el gatopardismo.

Leo y releo la propuesta final de los constituyentes y no encuentro en ninguna parte el apocalipsis que pregonan los augures de la desesperanza. Por el contrario, cada artículo es una invitación a habitar un país más justo, donde cada uno de sus hijos e hijas tenga la oportunidad de realizar sus proyectos de vida y no se le niegue a ninguno el derecho a pararse en la línea de partida en igualdad de condiciones.

Muchos olvidan que los 154 hombres y mujeres que redactaron el texto -partieron 155- representan el sentir y los anhelos de quienes votaron por ellos; que las ideas expresadas, debatidas, consensuadas y refrendadas por el pleno de la convención debieron recorrer un largo camino democrático antes de ser impresas en el papel.

Salvo honrosas excepciones o intentos por nivelar la cancha durante los últimos 32 años, mayoritariamente bloqueados por los representantes de la institucionalidad pétrea heredada de la dictadura, lo que se hizo fue construir un tinglado que estalló en mil pedazos el 18 de octubre de 2019.

Para los que se olvidaron, con mala memoria o mala intención, solo el clamor y fuerza de la gente en las calles logró llevarnos a la encrucijada histórica en que nos encontramos hoy. Han transcurrido casi tres años y ninguna de las demandas sociales planteadas han sido satisfechas, por la sencilla razón que la Constitución de 1980 y modificaciones posteriores, no da el ancho que nos permita avanzar en el mundo que vivimos.

Comprendo el temor a lo nuevo y la incertidumbre que produce, que nadie quiere ceder un metro de su parcela de privilegios, pero es necesario hacerlo por el futuro de las nuevas generaciones y la paz social, objetivos que hemos perdido de vista en medio de la vorágine de la supervivencia cotidiana.

Aprobar la nueva Constitución es el primer paso hacia los cambios que tanto necesitamos en Chile, un camino que se abre para eliminar las injustas desigualdades sociales, para dejar atrás las diferencias abismantes que existen entre los que más tienen y los que carecen de lo mínimo para subsistir.

Tengo plena confianza en la sabiduría del pueblo y en su decisión soberana.   

Escrito por: José Benítez Mosqueira, periodista.