Magallanes: el proyecto de crear una «Zona de Sacrificio Laboral» de un grupo de ONGs internacionales (Por Claudio Andrade)

2 de julio de 2023

La Patagonia es objeto de una disputa internacional que tiene la forma de una guerra de medios y redes. No es silenciosa, al contrario, el campo de batalla está golpeado por mensajes aterrorizantes que, de seguirse al píe el hilo de su contenido, uno podría concluir que queda muy poco para el final.

El sur siempre ha sido un rico productor de historias, pero los “relatos” apocalípticos que nos rodean por estos años no han nacido en el lugar sino que muy lejos de aquí.

Hace 50 años no vivía prácticamente nadie en Magallanes. Se calcula que aquella época habitaban la zona poco más de 89 mil personas, según datos oficiales. La actividad industrial era escasa y la turística en especial nula.

Rondaban “papers” en donde se podía leer que el Parque Nacional Torres del Paine tenía expectativas, aunque eran sólo eso análisis, sueños. El turismo tardaría 30 décadas en llegar como tal.

La aparición de la mina de Río Turbio como horizonte laboral sólo vino a corroborar las bajas oportunidades laborales que existían en la región.

Del “Magallanes, Magallanes” de Bernardo O´Higgins en su lecho de muerte al abandono y la soledad.

Medio siglo después la pandemia de Covid 19 reveló de un modo traumático, es cierto, que una industria podía poner sobre sus hombros una significativa parte de actividad económica en Puerto Natales. Contra los pronósticos la dinámica productiva continuó.

Hay cálculos del sector indican que al menos 4000 personas trabajan en la industria en Natales, lo que viene a presentar casi el 40% de la población económicamente activa.

Por paradójico que resulte un polo de ONGs financiadas por grandes empresas que pertenecen a una generación de millonarios con visiones transversales acerca de lo que tiene que ser la Patagonia, no han dejado de alimentar un conflicto en contra de la producción salmonera.

Hace uno no mucho uno de sus propulsores, integrantes de la familia Rockefeller estuvieron reunidos en un hotel a 5 kilómetros de Natales. No se reunieron con la comunidad. Y en la misma época estuvo el velero Witness de Greenpeace. Tampoco se bajaron para conversar con los trabajadores, pescadores artesanales y representantes del pueblo kawéskar.

Por supuesto, resulta llamativo tomando en cuenta que Greenpeace, Oceana, Mission Blue, la marca de ropa Patagonia, entre muchas horas organizaciones que cuentan con presupuestos en dólares, no hayan puesto mucho antes la mirada en la industria del carbón entre los 70 y el 2000 en Río Turbio a solo 90 kilómetros de Torres del Paine, en la huella lógica que dejan los más 300 mil turistas de todo el mundo que vienen cada año a la zona, la actividad pesquera, la industria del petroleo y gas, la ubicación de antenas para la transmisión de datos y un largo etc. Sospechoso, sin dudas, y evidencia una concepción política con trazas de decisiones internacionales que pretenden exceder a la soberanía de Chile.

Desde la perspectiva de estas organizaciones cualquier actividad de cualquier población es contaminante y debería ser desechada. El ser humano, en esta concepción, es convertido en un virus.

Imaginando un lugar donde no viva nadie

El intento frustrado de modificar la Ley Nacional de Pesca, en verdad, tenía como fin último crear una “Zona de Sacrificio Laboral” en Magallanes.

Patagonia se ha convertido en una marca conveniente, pero también en una bandera para un grupo de millonarios y sus organizaciones financiadas.

La modificación de las coordenadas de la ley y de producción en el sur afecta de plano la cultura de los trabajadores incluyendo a sus pescadores artesanales que difícilmente podrían trabajar en las aguas de un parque nacional. Un hecho concreto que no se atreven a mencionar los ecologistas fanáticos.

Tren de carga que operaba entre Puerto Natales y Puerto Bories. Otras industrias de la zona.

Crear una “Zona de Sacrificio” consiste primer en despoblar e incentivar el vaciamiento de la región. De este modo apenas quedarían en pie un puñado de actividades que posean algún correlato con la mirada extrema de quienes la impulsan.

El Parque Nacional Torres del Paine, por ejemplo, que coincide de lleno con la venta de los productos de la empresa de ropa Patagonia. No es casual que uno de los mayores críticos de la actividad salmonera en Puerto Natales y alrededores sea Yvon Chouinard, el propietario de la marca que posee los derechos internacionales del uso del concepto y la palabra. O sea “Patagonia” no pertenece a los patagónicos. Vaya ironía.

Tal como recordó el diputado Miguel Ángel Calisto, cuando Douglas Thompkins llegó a la región de Aysén y comenzó a comprar campos también aprovechó para expulsar toda actividad ganadera y a sus cultores. De modo que los baqueanos afectados debieron dejar sus lugares de origen para perderse en la ciudad.

Al modificar la ley de pesca se crearía un catastrófica reacción en cadena que impediría a la industria continuar con su desarrollo. Establecer plazos limitados para grandes inversiones impide tener perspectiva de crecimiento y de retorno. Es una refla del comercio internacional.

En la actualidad más de 7000 personas trabajan de modo directo e indirecto en Magallanes en la industria. Las ONGs jamás respondieron a qué se dedicarían en caso de desaparecer la salmonicultura por una cuestión bastante obvia: su idea es que todos se vayan de la región.

Actividad en una planta de procesamiento en Punta Arenas,

Observación de algas como salida laboral

El que sí respondió y dejó una idea cuando menos rara al respecto fue el ecologista Max Bello referente de Mission Blue. “Yo no quiero dejar a la gente sin trabajo. Tenemos que buscar conjuntamente soluciones para poner ese valor tan alto en otras actividades que permitan reemplazar a la salmonicultora”, le dijo al diario El País.

“Una alternativa laboral, afirma, puede ser el conocimiento ancestral de las comunidades sobre los bosques de algas patagónicos -uno de los más grandes del mundo-, el ecosistema de mayor captura de carbono del mundo, con “la capacidad de regenerar este planeta””, indicaba el medio.

En otras palabras Bello se imagina un futuro donde las 7000 personas que hoy trabajan en el sur se dediquen en el futuro a la observación del crecimiento de las algas. Insólito.

Escrito por: Claudio Andrade