Las poderosas ONGs Greenpeace y Oceana llegan a la región: ¿qué hay detrás de su interés por la Patagonia? (Por Claudio Andrade)

5 de abril de 2023

Dos de las organizaciones ecologistas más importantes del mundo coincidirán en este mes de abril en Magallanes.
Se trata de Greenpeace y Oceana. Representantes de la primera arribaron abordo del yate Witness el 22 de marzo a Punta Arenas y permanecerán recorriendo los canales y fiordos hasta el 22 de abril. El 5 de este mes llegará a Puerto Natales.
Según han manifestado miembros del equipo, su intención es registrar la actividad de la industria salmonera en la región y de qué manera ha afectado el medioambiente.
Para lo cual cuentan con una tripulación entre los que se incluyen periodistas, algunos científicos y la propia encargada de campañas de la organización Estefanía González.
Por su lado, la plana mayor de la ONG Oceana, la organización dedicada al cuidado de los mares, llegará en unos días a Puerto Natales para realizar una reunión. Voces indican que podría prolongarse entre el 15 y el 21 de abril.
También ha trascendido que el encuentro de Oceana se desarrollará en algún hotel de la localidad y que podría ser presentando el documental “Katalalixar, territorio kawésqar que debemos proteger”.
No sé descartan otras actividades en terreno como encuentro con organizaciones locales.
La ONG tiene por costumbre dejar muy claras sus líneas de interés cada vez que organiza este tipo de eventos. No todos son publicitados y como dicen un ambientalista pueden ocurrir “bajo cuerda”.
No son visitas casuales. Tampoco parece una coincidencia que dos de las ONG con mayor presencia en medios de todo el planeta desembarquen en Punta Arenas y Puerto Natales al mismo tiempo.

Su llegada resulta más entendible en el marco de una campaña global que tiene como foco a la Patagonia en general y a Magallanes y Tierra del Fuego en particular.
Hace apenas unos meses la cabeza de la Fundación Rewilding Chile, Kristine Tompkins efectuó la donación de más de 90 mil hectáreas al gobierno de Chile con el propósito de fundar el Parque Nacional Cabo Froward.


De este modo, se trata de la tercera figura internacional que hace pie en la región en muy poco tiempo.
A nadie se le escapa que el discurso de las tres organizaciones, amparadas en las fortunas de millonarios como el fallecido Douglas Tompkins (fundador de la mar a de ropa Patagonia) y la familia Rockefeller (no hacen falta presentaciones), tiene una dirección espcífica: transformar la mayor cantidad posible de territorio chileno en Parque Nacional. Algo que hace pensar, por ejemplo, en Costa Rica o en el Parque Nacional Nahuel Huapi que contiene a la ciudad de Bariloche en la Argentina.
Era una obsesión de Tompkins en vida y su viuda continúa el legado conservacionista.
Susan Rockefeller, una de las patrocinadoras y miembros más activos de Oceana, recordaba tiempo atrás que la idea de donar un porcentaje de las grandes fortunas para protección de la naturaleza, surgió precisamente en la Patagonia.

Nada que no sea la naturaleza


Las ONG han mutado en poderosos grupos de presión o lobby que empujan la salida de la Patagonia de toda actividad minera, de la salmonicultura, y la explotación forestal. Pero también se oponen fervientemente a las represas, la energía nuclear y el uso de energías tradicionales como el gas y el petróleo. El muy publicitado hidrógeno verde tampoco escapa a la queja de los grupos ambientalistas que se oponen.
Al final de la lista es poco lo que queda por hacer en la Patagonia, siguiendo su línea de razonamiento.
Las ONG presionan al gobierno de Gabriel Boric para que este endurezca las políticas medioambientales hasta el punto de volver muy compleja la presencia industrial en la región.
Lo cierto es que la región de Magallanes exhibe hoy algunos de los mejores índices económicos de Chile y buena parte de estás estadísticas se fundamentan en el desarrollo de la salmonicultura, el gas y el petróleo, la pesca, el campo, el sector de servicios, el comercio y el turismo.
El turismo mismo vive su propia historia de crecimiento si se piensa que en la actualidad más de 350 mil personas, la mayoría de Estados Unidos y Europa, visitan nuestra Patagonia. Hace 35 años en el Parque Nacional Torres del Paine los visitantes no superaban los 5000 por año.
El lobby de las mega ONGs se canaliza también a través de amplio financiamientos a programas de conservación y a grupos de interés y también en piezas culturales, cómo documentales, que hacen foco en la naturaleza y los pueblos originarios.

Susan y David Rockefeller


Sin embargo, todas evitan mencionar, o lo hacen muy poco, al vecino promedio, al ciudadano de a pie, y, por supuesto, a sus barrios y sus costumbres.
La raíz industrial es profunda en Magallanes. En los 70, Puerto Natales sobrevivió gracias al empleo que más de 3000 personas encontraron en la mina de carbón de Río Turbio, Argentina.
Este pasado todavía permanece fresco en la memoria de sus habitantes. En los 70, esas 3000 personas componían prácticamente toda la población económicamente activa del pueblo.
Quien conoce la historia de Magallanes sabe de su pasada pobreza tamizada por los temporales y la soledad. Un «cuento» que a los chicos y chicas de hoy les resulta ajeno.
Más allá de la historia regional, la agenda de estás ONG no admite discusiones y, en cierto modo, trasciende a la voluntad de los gobiernos, sus funcionarios y sus votantes. Se trata de una agenda que es superadora incluso de la contingencia política.

El mercado detrás de la ecología extrema

No constituyen un elemento de discusión las experiencias en otras regiones que han demostrado lo complejo que es pasar de una actividad industrial constituida a otra de servicios presuntamente menos contaminante.
No es sencillo transcurrir de la mina o la fábrica a una peluquería y existen tristes ejemplos de esto en Chile.
La pregunta que queda en el aire frente a esta avanzada ideológica es ¿A quién beneficia la limitación de toda actividad en Magallanes?
La respuesta tampoco tiene pliegues, por sobre la línea discursiva ecologista, el mercado dicta sus propias reglas. La producción de las salmoneras radicadas en Chile comienza a hacer ruido en los mercados internacionales y sus directos competidores.

Kristine Tompkins

Aquella agenda ecologista beneficia a actores como Noruega, Canadá y Estados Unidos?

Indudablemente que si. Los números hablan por si solos.

Noruega es junto con Chile el principal productor de salmón en el mundo.
Si Chile se convierte en un Parque Nacional o se limita su actividad, el país del norte se quedará con todo el mercado alimenticio del sector y, de paso o no tanto, esto se reflejará en los consumos del producto en Estados Unidos donde ya comienza a avanzar sobre la carne, según fuentes del mercado.

En un escenario diverso y con múltiples intereses también la marca Patagonia se ha sumado con una campaña anti salmoneras. Una marca de ropa que nació como alma gemela de North Face, la empresa fundada por Tompkins fundada a medidado de lso 60.

Cerrar las puertas de la salmonicultura implica perder solo en la Patagonia alrededor de 8 mil empleos directos indirectos y un estándar de vida que los sureños no habíamos conocido hasta ahora.
Aquí es donde las preguntas se vuelven aún más complejas.

Escrito por: Claudio Andrade