La supremacía ecologista por sobre los derechos de las personas (Por Juan Carlos Tonko Paterito)

29 de mayo de 2023

No nos quieren. No es novedad. Tampoco es novedad que usen causas buenas para dañar a las personas. Esto ha sido parte de la Historia de la Humanidad. Es cosa de mirar atrás y ver cómo los peores demonios han venido flotando en alas de ángel. Menos novedad es que las fuerzas globales usen a Chile como cápsula de Petri para ensayar venenos. Chile es y ha sido campo propicio para la experimentación. 

La novedad es otra. Es que los ricachones del mundo hayan elegido a este país para apropiarse de enormes territorios para sus proyectos de ingeniería social. Ingeniería que les favorece sólo a ellos, creando enormes áreas despobladas, en el norte de Chile y en nuestro sur; sin gentes, porque ellos nos odian. Nos odian y odian todo lo que se parezca a Humanidad o a industria humana. 

Cuando en mayo de 2019, el Presidente Piñera se reunió en La Moneda con Kristine Tompkins y los representantes de Pew Charitable Trust se echó a andar un proceso de apropiación y exclusión/expulsión que años antes ya había iniciado el esposo/magnate yanqui de la señora Tompkins. La capacidad de seducción de quienes proponen una teología de la conservación es irresistible para quienes necesitan afecto, presidentes de todos los géneros entre ellos. Más cuando los sucesores del Presidente Lagos se inquietaban por emular su condición de Capitán Planeta. Quienes le vinieron o le han venido, han querido igual un lugar en ese ingenuo puente de mando en estos que ya serán veinte y tantos años.

Mirando más atrás, pasa que vivimos un tiempo no muy distinto del que armó los fastos del liberalismo mercantilista que luego ha sido neoliberalismo. Uno y otro significaron exclusiones brutales en beneficio de élites plutocráticas muy conectadas. Para hacerlo, entremedio operaron organizaciones privadas, por llamarlas de alguna forma. En Magallanes, en los inicios de la colonización republicana, la sociedad explotadora de este territorio; hoy son organizaciones no gubernamentales. Aquella y éstas atadas al capital financiero, particularmente anglosajón, que desde la instalación de la República de Chile han visto en la Patagonia una reserva para sus intereses; intereses que necesitan de grandes espacios y pocas gentes, ojalá ninguna que no sean ellos y si los hay, que sean mano de obra barata y subsidiaria. Es hasta chistoso leer una noticia de ya hace mucho tiempo, del 28 de abril de 1906, en el Mercurio de Valparaíso, que destacaba “El Nuevo Escándalo sobre Concesiones de Tierras”. Los paralelismos de esa época con ésta evidencian cómo está configurada la avidez por apropiarse nuestros territorios, hoy por parte de estas organizaciones no gubernamentales post modernas. Si en esa época era el liberalismo modernista, hoy es post neoliberalismo, pero con la misma inspiración: beneficio para los elegidos y el resto que se joda; neoliberalismo malthusiano, el ecologismo como fase superior del neoliberalismo.

Estas organizaciones no gubernamentales – neoliberales malthusianas, han encontrado en las industrias de la Región de Magallanes aquello que deben bloquear y eliminar. Se han apuntado a la salmonicultura, promoviendo una norma legal que de aplicarse afecta justamente a ésta, a la Región de Magallanes; poco a las del norte. Hace imposible la continuidad de esta industria. Habrán logrado lo que buscan, despoblar para siempre un enorme territorio que les servirá en cierto futuro que parecen preparar, de “refugio climático” para ricachones verdes. 

Lo llamativo, si de novedad hablamos, es cómo la izquierda se ha confundido en esta melcocha. Si hasta hace no mucho hablábamos de desarrollar las fuerzas productivas para lograr estadios de desarrollo que abrieran campo a la distribución de riqueza y a una sociedad justa, ahora sus representantes han caído en la epifanía de creer que la ruta chilena hacia no se sabe dónde, será que los pobres sigan pobres y las comunidades indígenas sigan estando en su concepto de vulnerabilidad y la que la brecha social siga aumentando porque hay algo salvífico en la pobreza. Pensamientos sectarios esos, temibles para la construcción democrática de una sociedad. 

Ayer eran los latifundios que se jugaban al póker en los casinos de Londres por la misma casta que hoy quiere tenerlos como latifundios verdes para su contemplación y sus juegos apocalípticos. Si la izquierda está en eso, eso muestra por qué el problema, como ya se ha dicho, no fueron los treinta años, sino el esmirriado treinta por ciento que nos lleva en su agujereado bote hacia una tormenta que ese mismo treinta por ciento preparó. Porque no nos quieren.

Escrito por: Juan Carlos Tonko Paterito