Hace unos años atrás, con motivo del último torneo Nacional de Fútbol Amateur celebrado en nuestra ciudad en el verano de 2020, –a pocos días que la pandemia del Covid nos encerrara en las casas- conversábamos en cafés y en la calle con amigos deportistas de toda la vida y nos sorprendimos en más de una ocasión, cuando comprobábamos que casi nadie se acordaba que Punta Arenas había salido campeón de Chile el 2008. Todos, sin excepción, se referían y recordaban el título de 1980, los nombres de los jugadores, los resultados, la definición a penales con Temuco.
Esta omisión y por qué no decirlo –olvido- ha perseguido lamentablemente a los jugadores de la selección de Punta Arenas, desde el mismo instante en que retornaron a Magallanes. Después de sacar las fotos periodísticas de rigor, los jugadores volvieron a sus lugares de trabajo y a jugar por sus respectivos clubes en la Asociación Punta Arenas. Salvo el recuerdo realizado por el investigador deportivo Pedro Jara Pacheco en su libro publicado en agosto del 2010 “Fútbol en la Patagonia 1894-2008”, algunos artículos ocasionales aparecidos en la prensa regional y en el sitio de internet de ASIFUCH poco o nada se ha hecho para resaltar la hazaña alcanzada por aquellos muchachos.
Las cosas fueron difíciles desde un comienzo. Todo parecía estar contra ellos. Aún estaba vigente en la retina de muchos aficionados el campeonato perdido en la dramática definición con Santa Cruz tres años antes en el estadio Fiscal Antonio Ríspoli Díaz. Para colmos, Mario Galindo entrenador del seleccionado, renunció a su cargo un mes antes de viajar al norte del país y algunos importantes jugadores no consiguieron autorización laboral para integrar la delegación. En esos instantes difíciles se tomó la decisión de confiar la dirección técnica a Rodolfo Rogel, integrante del plantel que triunfó en el nacional de 1980.
El equipo se conformó sólo en los días previos antes de iniciarse aquel histórico campeonato en la ciudad de Vallenar. Rogel armó un grupo de diecinueve jugadores, convocados sólo de cuatro equipos, cuya base radicaba en la experiencia de algunos referentes y en la juventud de la mayoría, varios de los cuales, nunca había salido a competir fuera de la región. La nómina estaba compuesta por nueve futbolistas de Cosal: Miguel Barrientos, Rodrigo Bórquez, Eduardo Cárcamo, Nolasco Cárdenas, José Espinoza, Nelson Martínez, Cristián Serón, Jaime Vega, Miguel Villarroel; cinco del Chile: Carlos Gómez, Javier Pavicich, José Valenzuela, Camilo Jerez, Danilo Mansilla; tres integrantes del Prat: Cristian Hernández, Jorge Oyarzún, Pablo Ovalle y dos de Sokol: Patricio Pinto y Héctor Calbún. El cuerpo técnico lo completaban el ayudante Juan Moreira, el kinesiólogo y preparador físico Luis Vásquez.
Patricio Pinto, -que venía de actuar en el fútbol profesional-, fue elegido por sus pares como capitán del equipo. La distancia de 2.853 kilómetros entre Punta Arenas y Vallenar fueron cubiertas en dos etapas. Se viajó en avión hasta Santiago y desde la capital, en bus hasta la ciudad de la región de Atacama.
Cuando revisamos los números y la estadística, vemos que la campaña de Punta Arenas fue espectacular. El seleccionado jugó en total ocho encuentros, de los cuales ganó cinco, empató dos y perdió sólo un compromiso. Marcó veintidós goles y recibió doce en su valla. En la primera fase, dio cuenta de Puerto Aysén por 6 a 3 con goles de Vega, Mansilla, Cárcamo, Pinto y dos de Hernández. Después vencieron sin apelación al combinado de Huasco por 3 a 0 con anotaciones de Cárcamo en dos oportunidades y de Villarroel. En el último partido se obtuvo un difícil empate ante uno de los favoritos para llevarse el título, el difícil cuadro de El Pinar de la región Metropolitana. El empate 2 a 2 (ambos goles de Cárcamo) le entregó a Punta Arenas el primer lugar del grupo 1.
Para la segunda parte del torneo clasificaron ocho elencos divididos en dos grupos. Punta Arenas debutó con una victoria inapelable de 4 a 1 sobre el representativo de Arica, con dos anotaciones de Vega, uno de Pinto y otro de Mansilla. Después, se enfrentó nuevamente a El Pinar. Un agónico gol de Calbún en los descuentos permitió seguir invicto en el certamen, condición que se perdió en el cotejo con Río Claro con un marcador de 2 a 3. Los goles de Punta Arenas fueron convertidos por Vega y Mansilla. Precisamente, la mejor diferencia en el marcador le confirió al elenco austral el segundo puesto de este grupo y avanzar así a semifinales, para medir fuerzas con el complicado equipo de Mulchén a quien se derrotó por 1 a 0 con gol de Calbún.
Contra todo pronóstico, Punta Arenas estaba en la final para definir el título con Río Claro, ampliamente favorito. El partido decisivo, jugado el viernes 8 de febrero comenzó con dos tempraneros autogoles, Montero y Pavicich, para cada cuadro, si bien Pinto puso en ventaja a Punta Arenas y luego, Vega, en pleno segundo tiempo alargó las cifras para los magallánicos que se impusieron finalmente por 3 a 2.
El campeonato logrado en 2008 tiene el mérito de haberse logrado jugando de visita. De algún modo, el título de 1980 se esperaba. Punta Arenas se había preparado como anfitrión para pelear el título contra durísimos rivales. Por eso, hay que recordar siempre lo que obtuvo la selección de 2008. Contra todos y contra todo, demostraron que en el fútbol y por qué no decirlo, en toda actividad deportiva, Punta Arenas cuando se une, es capaz de las mayores proezas.