La política de la ignorancia [Por Mauricio Vidal Guerra]

23 de mayo de 2022

Nos hemos encontrado en los últimos meses (y años) con que la crítica de las cosas que pasan muchas veces se la enrostran entre las izquierdas y las derechas. En rigor, entre quienes se dicen de izquierda o de derecha. Inventos por redes sociales que luego se borran, insultos y bajezas que buscan solamente debilitar al supuesto «contrincante». Y solamente se debilitan los que intentan atacar sin mayores contenidos. Algún sobrenombre, demostrando la poca educación proveniente de años, y el seguir no entendiendo el peso de las responsabilidades de los cargos asumidos. Así estamos, pero la culpa supuestamente la tiene «la gente». Los constituyentes, el comunismo, los extremos, los medios, las encuestas, etc, etc. etc… 


Lo más cruel (ó delicioso) de todo esto, y de lo cual sus protagonistas ni siquiera se imaginan, es que las nuevas generaciones, y otras sub 45, sencillamente no les toman atención, y menos los entienden. La gran masa electoral de hoy en día tiene miradas y pensamientos demasiados distintos. Si no fuera por un sistema electoral partidista y acomodaticio, no serían elegidos los que hoy se sientan en algunas sillas sin tener apoyo popular.
Es esta casta, la que predica sin practicar, y la que inventa sin tener vergüenza. Es ese tipo de personas las que prosiguen con un discurso añejo, vencido repetidamente en las urnas. Es ese grupo de personas que defienden las malas prácticas de las últimas décadas, o miran hacia el lado cuando se habla de corrupción, ó coimas, ó raspado de ollas, ó financiamiento ilegal… Miran para el lado cuando es conveniente. Pero no lo entienden, y seguramente no lo entenderán. Seguirán con la cantaleta. Pensando que mientras más bots (cuentas falsas) tengan en redes sociales mejor serán los resultados, ó que mientras más se mienta, más posibilidades tendrán de construir una realidad lejos de la realidad.


Y por otro lado, hay quienes toman decisiones hoy en el Gobierno de turno que pareciera son muy, o tan, a destiempo como las que cuentan los de enfrente. Malas decisiones a la cabeza de carteras locales que lo único que hacen es confirmar el pago de favores políticos, de derrotas parlamentarias, de amistades hechas en el tiempo. Así las cosas, nos hemos encontrado con respuestas increíbles en torno a la seguridad ciudadana o con deficiente comprensión respecto de la importancia comunicacional de una administración regional.
Mejor dicho, más que deficiente. Existe prácticamente cero entendimiento de una estrategia política comunicacional. Cero proyección en términos informativos, cero construcción de agendas semanales para colocar temas en el tapete y no pasarse respondiendo lo que algunos medios quieren que se convierta en noticia.


Tan perdida está la brújula, que se decidió hace algunos días despedir al periodista jefe de Comunicaciones de la Delegación Presidencial de Magallanes luego de una mala evaluación a nivel central de la actual delegada presidencial. Es decir, cortaron el hilo por lo más delgado. Porque aunque se tengan los mejores periodistas, los más eximios asesores, lo cierto es que si el liderazgo no es el adecuado, mucho no se puede hacer. Menos si no se entienden a la perfección los elementos de comunicación política. Y claro está, menos todavía cuando se juega en soledad. Sin escuchar, ni buscar el desarrollo de lo que se ha gritado a los cuatro vientos por años en términos de identidad local y descentralización.
Se nota el poco peso, por ambos lados. Se nota la indefensión comunicacional. Con una pequeña crónica pueden rodar actores y autoridades. Porque sencillamente no lo entienden. 
Entonces, no tuvimos tanta suerte con la clase política que nos tocó. Aunque no podemos meter a todos en el mismo saco. Ideologías, convencimientos, ansiedades, desconciertos… Desaciertos.

Como dijo alguien por ahí: «La ignorancia individual es inocente, pero un ignorante con poder es catastrófico para una sociedad. Y, desgraciadamente, el no querer pensar, dialogar o entender está a la orden del día de nuestra política” (Emilio Lledó, filósofo español).

Escrito por: Mauricio Vidal Guerra, periodista.