La canalización del río de las Minas. Primera parte. [Por Víctor Hernández Godoy]

5 de mayo de 2025

La situación del pasado viernes nos dio motivo para escribir el artículo de esta semana, si bien, tendremos que preparar una secuencia con algunos capítulos, para explicar uno de los mayores hitos de la ingeniería en Punta Arenas durante el siglo XX como fue la canalización del río de las Minas.

Para empezar, con lo acontecido el viernes quedó demostrado una vez más, la terrible dependencia que mantiene Magallanes con el gobierno central y la burocracia administrativa; se activaron los celulares anunciando un posible tsunami en la región de Magallanes y Antártica Chilena, por un terremoto submarino grado 7,5 ocurrido en el mar de Drake, a 218 kilómetros al sur de Puerto Williams.

Edición de El Magallanes en mayo de 1990 luego del desborde del río de las Minas.

De inmediato, cundió una especie de psicosis y de histeria, propagada por las noticias emitidas por la mayoría de los medios de información. La población se alejó de los bordes costeros de las principales capitales provinciales, Punta Arenas, Puerto Natales, Porvenir, Puerto Williams, y, a continuación, se dirigió masivamente a las zonas de protección en los sectores altos de las ciudades antes mencionadas. Fue una demostración de cultura cívica de los magallánicos, mientras se recibían diversos comunicados desde el norte del país, sobre los niveles de alerta que disminuyeron lentamente, hasta que, alrededor de las seis de la tarde se confirmó lo que mayoría de los habitantes antiguos de esta región ya sabíamos: que era altamente improbable que ocurriera un tsunami en Magallanes.

La situación nos recordó a la serie de medidas implementadas luego del último gran terremoto del 27 de febrero de 2010, cuando el primer gobierno de Sebastián Piñera comenzó a organizar ejercicios de simulación ante posibles catástrofes como los temibles tsunamis. En Punta Arenas se realizó con mucha pompa, en diciembre de 2011, uno de estos alistamientos ciudadanos, efectuado como en una película de ciencia ficción, con gran despliegue policial y cubertura de los medios periodísticos. Las autoridades hablaron de un ensayo exitoso que prevenía a la población a tomar resguardos ante una tragedia mayor, provocada por una posible inundación con inmensas olas del estrecho de Magallanes.

Habían transcurrido unos cuantos meses cuando todos los experimentos y protocolos demostraron ser solamente de papel. En la tarde del domingo 11 de marzo de 2012 comenzó a llover con gran intensidad en Punta Arenas. Las precipitaciones se acrecentaron al llegar la noche. Ya era un secreto a voces, que a esa hora, el caudal del río de las Minas había aumentado considerablemente. Lo que ocurrió después, en la madrugada, fue una tragicomedia de equivocaciones. Ninguna autoridad de gobierno o del municipio pudo explicar el desborde del río que acabó inundando buena parte del centro de la ciudad, el barrio Croata y el sector comprendido entre Club Hípico y Rómulo Correa, en la población Playa Norte.

Desborde del río de las Minas del 12 de marzo de 2012. Imagen de la interseccion de calles Mejicana y O»Higgins.

Dicho de otra manera: nada funcionó, ningún protocolo o sistema preventivo estuvo a la altura. Durante varias semanas, el perímetro antes descrito se mantuvo cerrado para automóviles y transeúntes que no vivieran en el lugar siniestrado. Casi todo el año 2012 el casco histórico de Punta Arenas vivió en constante reparación y limpieza, producto del barro acumulado y los estragos causados por las sucias aguas del río de las Minas.

La pregunta que nos hacemos es la siguiente: ¿Estamos preparados para anticiparnos a un nuevo desborde del río de las Minas? ¿Funcionarán las alertas preventivas y las alarmas de seguridad? ¿Adónde se evacuará a la gente que vive en el centro de Punta Arenas? Seguramente estas mismas interrogantes las escuchamos antes y después de la última crecida del río. Una historia repetida como veremos.

El 10 de mayo de 1990 el mentado río de las Minas se desbordó nuevamente inundando, para variar, el centro de la ciudad y el barrio Yugoslavo, hoy, barrio Croata. Sin embargo, los más afectados fueron las familias que subsistían vivían en las laderas de la población Dubrasic: los improvisados loteos, Última Esperanza, El Trébol, Di Giorgio y Aylwin. El gobierno regional reaccionó, creando para los damnificados una población de emergencia que recibió el nombre de un ex parlamentario, quien propició varias leyes trascendentes para Magallanes: Alfredo Lorca Valencia.

El 7 de abril de 1945 » La Prensa Austral» comentaba en su primera página acerca de los graves daños ocasionados por el aluvión del río de las Minas.

En la niñez nuestro padre solía contarnos acerca de las continuas salidas del río, principalmente las ocurridas en 1945 y 1956. En aquel entonces, las aguas bajaban desde la bocatoma de la reserva Magallanes, recorrían unos veinte kilómetros antes de ingresar a la ciudad. A la altura del puente Zenteno en el barrio Prat, el torrente de agua empezaba un zigzagueo atravesando la ciudad por un costado de la calle Sarmiento. Al llegar a Chiloé, el cauce tomaba hacia el sur para empalmar con actual Avenida República. De ahí, el río se dirigía hacia el estrecho de Magallanes, cruzando el centro hasta el entonces Barrio Yugoslavo, tal como lo hace en la actualidad.

En esa época, la infraestructura que contenía al río era absolutamente deficiente; se trataba de precarios puentes de madera que colapsaban en el invierno, debido a las grandes nevadas de antaño. Lo peor, sin embargo, eran las precipitaciones. El 7 de abril de 1945, el diario “La Prensa Austral” informaba que los daños causados por el desborde del río, superaban el millón y medio de pesos, una verdadera fortuna para la época. El alcalde de Punta Arenas, Emilio Salles Thurler escribía un telegrama al presidente de la República Juan Antonio Ríos Morales en que le ‘rogaba’ mayor atención del Estado para evitar nuevas calamidades y asegurar los bienes comunales. En tanto, el intendente de la provincia, comodoro Guillermo Arroyo Acuña redactaba una nota al ministro del interior donde le advertía que el desborde del río había ocasionado serios perjuicios a la población, además del corte de agua potable, cuyo retorno a la normalidad requería de varios meses de trabajos.

Pese a todas las calamidades, en 1956 sucederían cosas aún peores.  

Escrito por: Víctor Hernández Godoy, historiador, escritor, columnista.