Apenas llegado a Punta Arenas como gobernador del territorio, en septiembre de 1892, el capitán de navío Manuel Señoret Astaburuaga comprendió algo esencial: que los buscadores de oro –en su mayoría austro húngaros-, mentían sobre las condiciones de vida en la isla Lennox, cuando aseguraban que los lavaderos estaban casi vacíos y que ellos, con el duro trabajo se enfermaban de reumatismo y escorbuto.
Las sospechas de Señoret se acrecentaron cada vez que leía la prensa nacional, la cual informaba acerca de la creación, tanto en Chile como en el extranjero, de grandes compañías con el oro extraído desde el sur de Tierra del Fuego.
El gobernador tomó entonces la decisión de conocer los hechos en terreno. Se embarcó en el buque estación que ayudaba a resguardar la soberanía, la “cañonera Magallanes”, y partió hacia las islas australes donde pudo comprobar acerca del engaño, como escribió en sus memorias publicadas en el Diario Oficial con el N°4.407 el 26 de noviembre de 1892.
En la foto, el gobernador del territorio, capitán de navío Manuel Señoret Astaburuaga, quien creó la Comisión de Alcaldes de Magallanes, el 21 de julio de 1896.
“Después de corta conversación con los mineros, supimos que el estado sanitario era muy satisfactorio. Sólo había tres enfermos en la isla y ninguno de gravedad. Uno de ellos tenía comienzos de escorbuto, debido según opinión general, a un exceso de economías. Todos se manifestaron contentos, no había oro en la abundancia que se imaginaba al venir, pero esperaban sacar lo suficiente para sus gastos y algún beneficio. Ninguno quiso abandonar los lavaderos. Había provisiones de todo género y el vino no escaseaba”.
Señoret pudo interpretar finalmente, el círculo vicioso: los comerciantes de la colonia les adelantaban víveres y herramientas para la explotación de oro, cobrándoles precios muy bajos. Cuando retornaban a Punta Arenas, los mineros dejaban gran parte del metal conseguido en manos de sus proveedores locales, llevándose lo que podían a su patria de origen, en la isla de Split o en las costas de Dalmacia o bien, directamente a los puertos de Buenos Aires y Montevideo. Es decir, el oro que se obtenía de las islas australes, -riqueza chilena en su origen-, quedaba en provecho de unos pocos extranjeros.
Para enfrentar y controlar estas irregularidades, el gobernador fundó con doce hombres, la localidad de Puerto Toro, el 3 de noviembre de 1892, pero, al comprobar que el tráfico del oro continuaba en Tierra del Fuego en las inmediaciones del estrecho de Magallanes, creó, a partir de una iniciativa planteada y respaldada por el presidente de la República Jorge Montt Álvarez, el poblado de Porvenir, el 20 de junio de 1894.
Pero una cosa era tener el control militar o policial en la isla y otra, administrar y gestionar los grandes recursos que provenían de la riqueza aurífera, de la industria ganadera y de las diversas casas comerciales establecidas en Punta Arenas. El gobernador Señoret logró un permiso especial del ejecutivo para constituir una municipalidad recortada, en consideración, a que Magallanes era sólo un territorio de colonización, que al carecer de las atribuciones que gozaban las demás provincias chilenas, sus habitantes estaban imposibilitados de elegir libremente y en elecciones normales, a sus autoridades.
En definitiva, Señoret obtuvo del gobierno la facultad para crear una comisión de alcaldes, compuesta de tres personas, las que tendrían por obligación, cautelar y administrar las rentas municipales bajo la tutela del gobernador de turno. Por cierto, ya durante la gobernanza de Diego Dublé Almeida, el 24 de agosto de 1876, se había formado en el territorio una comisión de tres alcaldes, pero con la función de vigilantes del pueblo, para denunciar los actos que se consideraban reñidos con la moral y las buenas costumbres; fueron los llamados alcaldes judiciales, los primeros, Joaquín Gómez, José Elgueta y Cruz Daniel Ramírez, estuvieron en sus cargos desde 1877 a 1880; mientras, que los últimos, Lautaro Navarro, Rómulo Correa y Juan Bitsch, lo hicieron entre 1893 y 1896.
Finalmente, el 21 de julio de 1896 se creó la Comisión de Alcaldes de Magallanes, acontecimiento celebrado por la mayoría de los habitantes de Punta Arenas. En el caso de Porvenir, el 10 de febrero del mismo año, se instituyó el cargo de subdelegado, que recayó en Alberto Barra, quien debía rendir cuentas al gobernador del territorio.
Dificultades de orden burocrático retrasaron la puesta en marcha de la nueva organización, hasta que, el 7 de junio de 1898 el gobierno de Federico Errázuriz Echaurren aprobó el reglamento orgánico de la Comisión de Alcaldes. Un mes más tarde, el gobernador del territorio Carlos Bories, designó a los tres miembros componentes de la nueva corporación: Rómulo Correa, Luis Aguirre y Rodolfo Stubenrauch quienes, se convirtieron a la postre, en los primeros alcaldes que tuvo Magallanes.
En teoría, los nominados se mantenían tres años en sus puestos, salvo que se produjera alguna renuncia o que el gobernador solicitara remplazar a los alcaldes titulares. El 1 de julio de 1901 Juan Stuven sustituyó a Rómulo Correa. De inmediato, Stubenrauch presentó su renuncia indeclinable, lo que forzó al gobernador Bories a nombrar a Juan Bautista Contardi como nuevo alcalde. Según los apuntes del periodista Manuel Zorrilla Cristi, los ediles Aguirre y Stuven renunciaron el 27 de septiembre de 1902, asumiendo Mauricio Braun, Jorge Matta y Ernesto Manns como alcalde suplente, cargo creado por decreto, el 29 de noviembre de 1901. Braun renunció en marzo de 1903, en favor de Alejandro Menéndez, lo que significó que la corporación quedó conformada por Contardi, Matta y Manns como titulares, con Menéndez de suplente.