Ha llegado carta [Por José Benítez Mosqueira]

1 de agosto de 2022

Con algo de nostalgia leo que en las últimas semanas se han puesto nuevamente de moda las cartas. Sí, el género epistolar, tan despreciado por la generación millennial, ha vuelto en gloria y majestad.

Hasta hace algunos días, nadie hubiese apostado un peso a que esta forma de comunicación, propia de siglos pasados, retornaría para dedicar mensajes a personas y comunidades, en plena campaña del Apruebo y el Rechazo.

Son las denominadas cartas públicas, abiertas a cualquier lector, aunque muchas de ellas están dirigidas a un destinario con nombre y apellido, pero por estar insertas en medios de prensa y soportes digitales son de dominio público.

Y no son precisamente inocentes, amorosas o informativas. Por el contrario, su contenido está plagado de polémica, sorna, acusaciones, ninguneo, medias verdades, mentiras y mala intención.

Son el punto de inicio del cotilleo popular, del copuchenteo y de los dimes y diretes. La gente toma partido y se ubica a uno u otro lado de la polémica. Además, siempre se sabe cómo comienzan, pero nunca cómo terminan.

El disparo a la bandada es azaroso y suele dejar daño colateral y triunfadores a lo Pirro, que nos recuerdan al antiguo rey de Epiro que venció a los romanos, pero a costa de la vida de miles de sus hombres y que luego de contemplar el campo de batalla, exclamó: “Otra victoria como esta y volveré solo a casa”.

Su sentencia quedó para la posteridad y nos recuerda que darse un gustito sin medir las consecuencias puede ser sinónimo de derrota, de hundimiento social.

Así debe sentirse en este momento Cristián Warnken, el mediático “promotor” de la literatura que ejerce como vocero de “Amarillos por Chile”, el grupo que integran expersoneros de la Concertación detractores de la propuesta constitucional elaborada por la Convención.

Desde su cómoda tribuna mercurial, el también profesor y tallerista del Club de Lectores de El Mercurio, puso en entredicho la comprensión lectora e intelectual del pueblo de Chile para entender las claves de la nueva Constitución.

Actuó de manera hiriente, arrogante, con frialdad quirúrgica y estilo elitista, lo que le valió el repudio generalizado por concluir de antemano una supuesta incapacidad de quienes no piensan como él, ni necesariamente votarán Rechazo el 4 de septiembre próximo.

En la otra vereda, el Presidente Gabriel Boric también se valió del género epistolar para enrostrarle a la exconstituyente de la UDI Constanza Hube sus aseveraciones sobre el derecho a la vivienda digna que consagra el texto de la nueva Constitución.

El mandatario acusó “deshonestidad intelectual” en el comentario, el que fue respondido con un “perdón, Presidente, pero el deshonesto es usted y su gobierno, que está obsesionado con hacer campaña por el Apruebo, que se toma el tiempo en contestarme (en privado más encima), cuando debiera estar desvelado preocupado por las personas y familias que lo están pasando mal, y que con esta Constitución estarán peor”.

El intercambio privado en Twitter trascendió a la opinión pública y los socios gremialistas de Hube responsabilizaron al Jefe de Estado de “de degradar el debate público con imputaciones injustas sobre aquel que no piensa como él, está promoviendo abiertamente la cultura de la cancelación, de la funa, de la humillación, por medio de su posición como gobernante”.

Tanto Warnken como Hube y Boric son continuadores del polémico género epistolar en política, que en otras épocas ha tenido eximios y agudos cultores, quienes han puesto sus privilegiadas plumas al servicio de las ideas, muchas veces obrando sin piedad con sus adversarios.

Los ejemplos abundan en la hemeroteca de la Biblioteca Nacional, que guarda celosamente en sus archivos la vida cotidiana de nuestro país contada por el periodismo, desde La Aurora de Chile en adelante.

Ahí, por medio de microfilms, es posible adentrarse en el patrimonio epistolar de connotadas figuras de la República, fuentes de inspiración permanente para los políticos contemporáneos, pese a que algunos sostienen que los de ahora no les llegan ni a los talones a sus predecesores.

Sobre esa base, no es antojadizo pensar que seguiremos escuchando por mucho tiempo más el evocador llamado del cartero: “Ha llegado carta”.  

Escrito por: José Benítez Mosqueira, periodista.