Si las actitudes de los consumidores del Primer Mundo marcan tendencia entonces podemos imaginar que los alimentos premium seguirán ganando mercado en los próximos años por años.
El consumo de proteínas de alta calidad podría convertirse en una máxima para la dieta global en los próximos 10 años, me asegura un experto de la industria del salmón chileno. Para entonces la población mundial tocará los 9000 millones de personas.
“Querrán alimentos y querrán calidad”, anticipa.
En este escenario la proteína de salmón tiene amplias posibilidades de seguir creciendo como negocio para quedar instaurado en la cultura de miles de millones de personas, sigue el experto. Los datos hablan por sí solos.
Los principales consumidores de salmón en el planeta son Estados Unidos, Japón, China, Brasil y el Reino Unido. Todos tienen severas medidas sanitarias para los alimentos que atraviesan sus fronteras.
En enero de 2024 The New York Times publicó un extenso artículo donde son citados algunos prominentes científicos americanos quienes subrayan que el salmón de granja tiene similares características que el salmón salvaje y en algunos parámetros incluso la supera.
La producción mundial de salmón ronda en la actualidad los 4 millones de toneladas. Pero la producción acuícola en general es de unos 140 millones de toneladas, contra unas 90 millones de toneladas de pesca salvaje. De modo que la producción en granja ya se encuentra en un 61% del total y va en crecimiento. Este es el mundo que se viene.
Noruega, el principal productor del mundo de salmón, produce 1,479 millones de toneladas, mientras que Chile, el segundo, supera el 1 millón de toneladas lo que representa USD 6500 millones. En este último país, también genera más de 70 mil puestos de trabajo y ha impulsado el desarrollo de regiones antes pobres en sus índices económicos como Magallanes y Aysén. También Puerto Montt y Puerto Varas se han beneficiado de este comercio.
A principios y mediados de los 80, Puerto Montto lucía humilde, las necesidades sociales estaban a la orden del día. Hoy la ciudad se muestra dinámica y llena de expectativas. “Aquí ya no tenemos problemas de desempleo, estamos bien ahora gracias a la industria (salmonera)”, cuenta un taxista ante la pregunta obvia del periodista acerca de cómo van las cosas en la ciudad.
Son las plantas procesadoras del producto las que generan más trabajo. Regularmente emplean a unos 450 operarios por turno que con horas extras pueden superar los USD 1600 de remuneración. En las plantas se secciona el salmón en estrictas medidas sanitarias que hace pensar en laboratorios gigantes. El proceso íntegro se desarrolla a bajas temperaturas, con operarios enfundados en equipos al estilo astronautas y sobre superficies límpidas.
Hoy Magallanes, con estos índices, aspira a convertirse en la próxima década en la primera Región Totalmente Desarrollada de Chile y Latinoamérica.
La producción en los fiordos, en el marco de un paisaje salvaje, es férreamente fiscalizada por el Estado de Chile. De hecho, es la actividad más fiscalizada en el país y la que menos faltas consigna. Los métodos de producción se han perfeccionado con el paso del tiempo y hoy los operadores saben con precisión cuánto alimento deben darle a los peces. Las cámaras submarinas incluso les permiten conocer su “humor”. Otras empresas tercerizadas se encargan de limpiar fondos y residuos con la utilización de robots y buzos especializados en esta rama.
En la Argentina todavía subsiste el debate cultural acerca de la pertinencia de la salmonicultura en Tierra del Fuego que, según opiniones del mercado, reúne las condiciones para producir una cuota similar a la región chilena de Magallanes: 180 mil toneladas. En esta región unas 7000 personas trabajan en la industria.
Para lograr estos números deberían instalarse en distintos puntos de la costa alrededor de 50 centros de producción, explica otra fuente. Por ahora, la legislación prohíbe la industria salmonera en el Beagle y todas las fuentes de agua como ríos y lagos.
La decisión profunda y amplia, que se tomó en 2021, es considerada por diversos analistas como un error económico histórico.
“(Tierra del Fuego) Tiene todos los recursos para ser una potencia pesquera, tiene todos los recursos para ser una potencia en acuicultura, pero la provincia la prohibió, prohibió hacer salmones. Entonces, ¿de qué estamos hablando?”, señaló el 20 de mayo pasado Federico Sturzenegger, Ministro de Desregulación y Transformación del Estado del gobierno del presidente Javier Milei.
Algunas voces del mercado indican que establecer la actividad salmonera en el sur no debería llevar demasiado tiempo. “En un año se puede construir una planta porque se ha avanzado mucho en tecnología”, indica uno de ellos. En tanto que el ciclo total del salmón de gran ronda los 24 meses.
Argentina importa alrededor de 5000 toneladas de salmón chileno cada año. El filet de salmón se vende entre los USD 7 y USD 8,1 por lo que este intercambio representa unos USD 40 millones. Sin embargo, el salmón tiene prestigio como alimento de calidad y llega a las pescaderías de Buenos Aires a USD 30 el kilo. Un alto valor que el consumidor está dispuesto a pagar.