El Presidente Jorge Montt y las leyes de amnistía [Artículo de Víctor Hernández Godoy]

31 de diciembre de 2021

A menudo escuchamos decir que en la Guerra Civil de 1891 hubo diez mil muertos y que sin embargo, vencedores y vencidos, se reconciliaron prontamente. Siempre se alude al mismo razonamiento cuando la conversación deriva en los hechos que motivaron el golpe de Estado del 11 de septiembre de 1973 y la dictadura cívico militar que duró casi 17 años. ¿Cómo es posible que las heridas y las divisiones de esa época todavía no puedan cicatrizar, cuando nos aprestamos a cumplir medio siglo de aquel acontecimiento?

A nuestro modo de ver, se trata de situaciones diferentes que no ameritan comparación alguna. Por de pronto, en 1891 hubo una confrontación entre dos de los poderes del Estado: Ejecutivo y Legislativo, que encontraron en el Ejército y en la Armada, a los representantes que empuñaron las armas y se enfrascaron en esta contienda fratricida.

En la Guerra Civil de 1891 estuvo ausente la participación del mundo obrero y popular, con sus luchas y reivindicaciones como sí ocurrió en 1973. A ello debemos agregar, el ingrediente ideológico. Los que estaban a favor o en contra del proyecto político conocido como “La Vía Chilena al Socialismo”, luchaban porque estaba en juego la recomposición estructural de la sociedad chilena.

Jorge Montt Álvarez emergió como el gran ganador de los sucesos de 1891. Junto al vicepresidente del Senado, Waldo Silva y al presidente de la Cámara de Diputados, Ramón Barros Luco, había firmado el 7 de enero, en Iquique, el acta que deponía al presidente Balmaceda a quien consideraban un dictador.

Casi toda la Escuadra, con el apoyo de obreros reclutados a la fuerza en las oficinas salitreras, se alió en contra de Balmaceda, que contó con el grueso del Ejército para defender su gobierno. Después de ocho meses, en que hubo excesos de todo tipo, -el hundimiento del blindado Blanco Encalada en Caldera, buque insignia de la Marina y el fusilamiento masivo de jóvenes en el sector de Lo Cañas en Santiago- se produjeron las batallas de “Concón” y “Placilla”, que sellaron el triunfo de las fuerzas congresistas. Balmaceda se suicidó en la legación argentina, el 19 de septiembre de 1891.

A continuación, se realizaron elecciones presidenciales el 18 de octubre de 1891, ganando holgadamente el almirante Jorge Montt, el que a poco de asumir el gobierno envió al Parlamento un acto compensatorio que causó conmoción: Una ley restringida de Amnistía para los crímenes cometidos entre enero y agosto de 1891. Dicho cuerpo legal, llamaba a calificar servicios a todos los individuos tanto del Ejército como de la Armada. Era un primer paso que intentaba apaciguar los ánimos en un país profundamente dividido.

El 4 de febrero de 1893, Montt dictó una segunda ley de amnistía, que benefició directamente a casi todos los marinos que sirvieron lealmente al presidente Balmaceda, exceptuando a los comandantes de buques y otros jefes que se plegaron a su gobierno. Recordemos que Balmaceda tuvo sólo tres buques bajo su mando: los cazatorpederos “Condell” y “Lynch” y el vapor auxiliar “Imperial”. Esta medida fue ampliada en agosto de ese año, la que reconocía e indultaba a los capitanes Carlos Moraga Suzarte del “Condell” y Alberto Fuentes Manterola del “Lynch” –responsables directos del hundimiento del Blanco Encalada y de la muerte de 182 tripulantes, entre oficiales y clase- y de hecho, se les reconocía los años de servicios prestados a la Armada.

Un año más tarde, Montt redactaba un proyecto de ley que establecía una amnistía completa, indultaba a quienes habían ultimado a jóvenes en el sector de Lo Cañas, a los representantes políticos del ex presidente Balmaceda e incluso, a los que conspiraron en contra de su gobierno.

Aquí nos detenemos un momento. El presidente Montt siendo un militar y estando en posesión del grado de almirante, actuó como un civil que buscó la reconciliación efectiva entre los bandos en disputa.

Es notable observar los ilustres nombres de marinos y oficiales de la Armada que desconociendo la determinación del Congreso Nacional, no se plegaron al movimiento revolucionario que encabezó la Escuadra, manteniendo fidelidad a Balmaceda.

Nombres como Óscar Viel Toro, Juan José Latorre Benavente, Arturo Wilson Navarrete, Juan Esteban López Lermanda, Francisco Vidal Gormaz, Policarpo Toro Hurtado, Ramón Serrano Montaner, entre otros, fueron separados de la institución y exonerados del servicio. En el Ejército, fueron afectados por citar algunos, el general Manuel Baquedano y José Velásquez (un reconocido equipo de fútbol honra su memoria).

Varios de esos nombres tuvieron un histórico vínculo con Magallanes (Viel, Fuentes, Serrano); o los reconocemos como héroes en la Guerra del Pacífico (Latorre, López); en las investigaciones científicas (Vidal Gormaz); o en actos de soberanía (Toro).

Jorge Montt Álvarez tomó posesión del gobierno de Chile un 26 de diciembre de 1891. Es el presidente que se le recuerda por haber asumido la primera magistratura de la nación, en vísperas de año nuevo. Pero fundamentalmente, porque supo aplacar la sed de venganza que caracteriza a los vencedores contra los vencidos. No olvidemos que entre algunas medidas positivas para Magallanes se cuentan, luego de promulgarse la ley de comuna autónoma, la inauguración de la Municipalidad de Punta Arenas y el proyecto que consolidó la señalización del estrecho de Magallanes, a través de la construcción de faros; sin dejar de mencionar, la fundación de Puerto Toro y la ciudad de Porvenir, en Tierra del Fuego.

Escrito por: Víctor Hernández Godoy, escritor, historiador, columnista.