El Monumento al Ovejero. Primera Parte. [Por Víctor Hernández]

29 de febrero de 2024

Iniciamos una nueva sección dedicada al rescate patrimonial arquitectónico de nuestra comuna de Punta Arenas. Y qué mejor si lo podemos estrenar, con una breve descripción de este conjunto ornamental, inaugurado el viernes 18 de febrero de 1944.

Para comprender el contexto en el que se produjo la entrega a la comunidad de este monumento debemos remitirnos a la histórica conmemoración del centenario de la Toma de Posesión del estrecho de Magallanes.

En efecto. A comienzos de la década del 40 del siglo pasado, las autoridades provinciales y las municipalidades de Punta Arenas, Puerto Natales y Porvenir, emprendieron una serie de obras de adelanto urbano entre ellos, arborización, pavimentación y colaboración en el diseño de ornamentación de las ciudades.

En el caso de Punta Arenas, las distintas autoridades recogieron la propuesta del general Ramón Cañas Montalva en el sentido, de erigir, varios monumentos o monolitos que dieran cuenta de un hecho trascendental para el país: el 21 de septiembre de 1943 se completaba el primer siglo de la incorporación a territorio nacional de toda la Patagonia occidental, el referido estrecho de Magallanes, y buena parte de la isla de Tierra del Fuego.

Los trabajos comenzaron a fines de 1941, cuando el empresario José Menéndez Behety accedió a financiar la reconstrucción del Fuerte Bulnes, cuya obra de restauración fue seguida y publicitada cada cierto tiempo, por los diarios “La Prensa Austral” y “El Magallanes”. A partir de entonces, otros inversionistas se sumaron para levantar nuevas obras escultóricas que destacaran la importancia que revestía, para el Estado de Chile, la toma de posesión del estrecho de Magallanes.

En una de las conferencias dominicales que habitualmente se realizaban en el regimiento Pudeto, en el marco de las Jornadas de Extensión Cultural de la Región Militar Austral, el general Cañas Montalva se refirió acerca de la necesidad de que algún día se dimensionara el trabajo del campesino magallánico, el que a menudo desarrollaba una labor desconocida en el resto del país y ciertamente, ignorada en la propia tierra magallánica.

La idea fue adoptada por el escultor radicado en la provincia Germán Montero Carvallo, quien hacía clases en la recién inaugurada Escuela Industrial, institución que todavía carecía de un edificio propio. Para 1943, el alumnado del establecimiento se dividía con sus clases teóricas y prácticas entre los salones de la Sociedad de Instrucción Popular y el local anexo del Liceo de Hombres.

Muy pronto Ramón Cañas Montalva encontró apoyo económico en el empresario local Francisco Campos Torreblanca, quien se comprometió a financiar el proyecto. A su vez, Germán Montero Carvallo hallaba la inspiración que necesitaba en conversaciones sostenidas con su amigo el poeta José Grimaldi, el que le hablaba frecuentemente de la vida en las estancias.

En una ocasión, Grimaldi le facilitó su libro de poemas “Copos”, editado en 1936, que incluía un poema titulado “El ovejero de mi tierra”. Montero Carvallo quedó prendado de la composición, porque en su contenido se hacía referencia a un cuadro perfecto de la estepa magallánica: el paisaje y su desolación; los cascos de las estancias con sus miles de ovejas; los nobles perros cuidadores del rebaño; el puestero con su inseparable caballo.

Grimaldi presentó a Montero Carvallo al trabajador de origen chilote, Abel Oyarzún Córdoba, quien llevaba más de cuarenta años en Magallanes laborando en diversos oficios del campo. Peón, esquilador, puestero, ovejero, para 1943 Oyarzún se desempeñaba en la estancia Mina Rica colindante con una propiedad de Grimaldi. Oyarzún, acompañado de sus dos perros, “Black” y “Valiente” y de su caballo “Santiago”, sirvieron como modelos en el taller de Montero ubicado al final de la Avenida Colón, en las inmediaciones de la playa.

En el intertanto, el Presidente de la República, el radical Juan Antonio Ríos Morales, envió al Congreso un proyecto de ley que establecía feriado legal para Magallanes el 21 de septiembre de 1943 y anunciaba su llegada al austro para el verano siguiente.

El lunes 14 de febrero de 1944 el primer mandatario acompañado de una numerosa comitiva oficial, familiares, ministros de estado, subsecretarios, los jefes de las tres ramas de las Fuerzas Armadas, periodistas y escritores debidamente autorizados, arribó a Puerto del Hambre a bordo del acorazado “Almirante Latorre”, el buque de guerra más grande y poderoso de América del Sur. Al día siguiente, las autoridades procedieron, en una emotiva ceremonia, a reinaugurar el reconstruido Fuerte Bulnes.

Durante toda la semana, el presidente Ríos y sus ministros, iniciaron o entregaron a la región, grandes obras patrimoniales, entre estas, la Escuela Hogar de Agua Fresca, la colocación de la primera piedra para dos escuelas del Barrio Prat, la N°3 de mujeres y la N°15 de hombres, primer recinto levantado en Magallanes por la Sociedad Constructora de Establecimientos Educacionales, además, de la población “Punta Arenas” en el cuadrante Maipú, Señoret Playa, Sarmiento, Caupolicán y la plaza con el monolito a la figura de Juan Williams en calle Roca. El presidente Ríos pudo observar en persona, los adelantos de la región, manifestados en la gran Exposición Industrial de Magallanes a través de la muestra efectuada en el local que poseía la Escuela Industrial en el sector alto del Barrio Miraflores y en la Exposición Ganadera Internacional celebrada en el Club Hípico.

El viernes 18 de febrero de 1944 se inauguró, finalmente, con asistencia del presidente de la nación, Juan Antonio Ríos Morales, en un paño de la Avenida Bulnes en Punta Arenas, entre calles capitán Guillermos y coronel Santos Mardones, el monumento dedicado al trabajador del campo y las estancias de Magallanes. Se trataba de un hermoso e imponente conjunto escultórico de doce figuras plasmado en granito, que representaba a un ovejero corporizado por Abel Oyarzún, un piño de ocho ovejas, dos perros, “Black y Valiente”, y al caballo “Santiago”.

Pero lo más significativo era su simbolismo: junto con destacar, a quien hacía posible con su esfuerzo el desarrollo socioeconómico de la región, expresaba desde lo artístico un nuevo enfoque interpretativo. Se realzaba por primera vez, al más humilde de los trabajadores magallánicos, aquellos que laboraban en el campo, en la estepa de la Patagonia.

Escrito por: Víctor Hernández Godoy, escritor, historiador, columnista.