Nada nuevo bajo el sol. Las críticas del escaso manejo de comunicación política del Gobierno Regional vienen desde hace tiempo. Cuando no existe una estrategia de cómo avanzar se nota, y mucho. Los errores técnicos y políticos del equipo que acompaña a Jorge Flies, y del propio gobernador, han ido en aumento y es un verdadero misterio el cómo seguirán adelante. Queda demostrado que cuando no se entiende la preponderancia de las comunicaciones se pueden cometer errores garrafales, como los expuestos desde el inicio y a lo largo de la administración actual.
Lo más complejo de todo, es que pareciera que no hay conciencia de cómo se está actuando públicamente, e incluso hay visos de liviandad de las acciones para afrontar cualquier problema. El estar encerrados en las oficinas frente a la Plaza de Armas ha tenido como resultado una preocupante desconexión con la realidad que ellos mismos han ido creando. Lejanos, con poco contenido en profundidad, sin declaraciones cuando se necesitan o incluso cuando se requieren por parte de los medios, el grupo de personas que trabajan con el gobernador está demostrando nulo manejo cuando tienen que afrontar una crisis. Ese notorio escenario en algún momento tenía que comenzar a mostrar signos de fatiga y desorientación. Y así fue.
Las variadas denuncias desde el comienzo del primer periodo de Flies han ido dejando en el camino a personas designadas por la propia máxima autoridad, y esa responsabilidad en las designaciones a dedo de su gente de confianza se debe asumir. Y al mismo tiempo, la demostración de una pobre planificación para dar a conocer o enfrentar hechos complejos también se convierten en filtraciones que bien podrían hacer naufragar el barco. A lo menos en términos de confianza y credibilidad.
Lo ocurrido con la denuncia en contra de Ricardo Foretich, ex jefe de la División de Infraestructura y Transportes del Gobierno Regional de Magallanes, y que terminó con su salida del cargo, provocó nuevamente la confirmación de que el manejo en estos casos siempre ha dejado mucho que desear.
Las declaraciones dadas por la administradora regional, Eugenia Mansilla, y no por el gobernador Flies, abrieron una puerta gigante de especulaciones respecto de la denuncia. Uno podría imaginarse cualquier cosa producto de cómo se dieron a conocer los hechos y las acciones a seguir por parte de la autoridad. Se habló de un probable delito, no se confirmó ni se desmintió nada, dejaron las ventanas abiertas de la casa y el viento entró violentamente para desnudarlos y dejar al descubierto la nula preparación en manejo de crisis y una falta de planificación estratégica que llega a dar escalofríos.
¿Qué harán? ¿Les importará realmente el cómo están haciendo las cosas? ¿De verdad habrán pensado seria y correctamente cómo había que salir a enfrentar a la prensa? Todo es un misterio.
Aunque ni tanto, porque finalmente las filtraciones del supuesto delito de falsificación de instrumento público salieron de los pasillos de la propia gobernación. Públicamente un misterio, pero bajo cuerda se dispersó desde esas mismas oficinas una información no confirmada ni oficial como para complementar el escueto comunicado de prensa y las declaraciones de la administradora regional que dejaban más dudas que certezas.
Con decisiones importantes de la justicia respecto del Caso Procultura a la vuelta de la esquina, nos imaginamos que ya se deben estar preparando para afrontar un nuevo temporal. Más allá de los rumores, lo cierto es que el camino para el gobernador se viene complejo dependiendo de lo que decida el fiscal Patricio Cooper. Todo esto ha generado nerviosismo en los círculos de poder del oficialismo y en la Gobernación Regional. En el caso figuran como sujetos de interés seis gobernadores, entre ellos Jorge Flies.
Si no hay un golpe de timón, y no se llevan adelante cambios profundos y significativos, la complejidad de la situación no solo continuará, si no que se irá agrandando. Postergar o rehuir un conflicto puede provocar que el problema crezca y sea cada vez mayor.
Pero sin estrategia y planificación, a este barco le seguirá entrando agua, sobretodo porque cuando no se entiende la comunicación política tampoco se comprende la gravedad de los hechos que podrían terminar con un no tan sorpresivo naufragio.