El doble discurso de la Anfp [Por José Benítez Mosqueira]

8 de agosto de 2022

Desde la semana pasada sigo con especial atención la polémica por la publicación en redes sociales de las insignias de algunos clubes del fútbol chileno con la inscripción Apruebo.

Me sorprende la sobrerreacción de la Asociación Nacional de Fútbol Profesional (Anfp) a la difusión masiva de las imágenes por parte de los hinchas de esos clubes que apoyan la propuesta de nueva Constitución.

La Anfp, que preside el exintendente de la Región del Maule y pesista Pablo Milad, apenas se enteró de lo sucedido salió rápidamente a censurar a la diputada Karol Cariola, quien había posteado los diseños en su cuenta de Twitter.

Hasta ahí nada nuevo, si la medida protectora de la pureza deportiva y neutralidad de la actividad fuera la norma y conducta habitual de la asociación.

Pero no es así.

Vamos viendo.

A mediados del mes pasado, un reportaje de Ciper Chile reveló los nexos entre el representante de futbolistas (casi todos los de la denominada generación dorada) Fernando Felicevich y las casas de apuesta en línea y varios clubes que compiten en la máxima categoría del balompié.

Luego de conocerse los hechos, el presidente de la Anfp fue invitado por la Comisión de Deportes de la Cámara de Diputados para que explicara las razones que justifican la firma de millonarios contratos publicitarios para promover en las camisetas y soportes estáticos una actividad que es ilegal en nuestro país, puesto que los únicos autorizados para desarrollar juegos de azar son los casinos establecidos, la Polla Chilena de Beneficencia, la Lotería de Concepción y los hipódromos.

Su respuesta no dejó conformes a los miembros de la instancia fiscalizadora, tanto que una de las integrantes de la mesa, la diputada Marisela Santibáñez, consultada por el impasse con las insignias, emplazó a Milad por “haber faltado a la verdad en la Cámara y hoy está levantando una polémica contra el Apruebo para tapar la ilegalidad en la firma de sus contratos con las casas de apuestas en nuestro fútbol”.

El celo mostrado por la Anfp para mantener la prescindencia política y religiosa en el fútbol, no se condice con la conducta seguida por el organismo en actividades como la descrita anteriormente.

Como hincha desde hace más sesenta años de Unión Española, cuyo controlador también se molestó por el uso del emblema del águila en la campaña del Apruebo, me gustaría que la asociación se pronunciara acerca de la impresión excesiva de marcas comerciales en la camiseta conmemorativa estrenada el fin de semana pasado.

Es un tema no menor, aunque a algunos les parezca baladí, que la identidad gráfica lograda por el club hispano en 125 años de historia deportiva y social, sea borrada lenta pero sostenidamente, relegando la insignia que lo distingue a un espacio cercano a la clavícula, privilegiando malamente los intereses comerciales de los sponsors. 

Desde esta tribuna magallánica, insto a la Anfp y su directorio a pronunciarse con la misma vehemencia que usaron para pedirle explicaciones a la diputada Cariola respecto de la irrupción indebida e ilegal de las casas de apuestas, que usan al fútbol para blanquear sus oscuros negocios, escondidas bajo el rótulo de auspiciadoras.

También me gustaría que justificara, si puede, la presencia de una marca de cerveza en la casaquilla de Colo Colo, cuando existe la prohibición expresa de publicitar bebidas alcohólicas en la indumentaria, objetos y merchandising ligados al deporte.

Asimismo, habría sido interesante ver la misma diligencia, sensibilidad y pudor con que se pronunció la Anfp por el uso político de las insignias, cuando en 2016 Amnistía Internacional acusó a la monarquía catarí de utilizar mano de obra forzada en la construcción de la infraestructura del Mundial de Qatar 2022, específicamente “trabajadores que vivían hacinados, pagaban para ser contratados, no cobraban a tiempo y tenían sus pasaportes confiscados”, según consignó la cadena británica BBC.

Se ha venido manoseando impúdicamente al fútbol desde hace años y no se ha reaccionado de la misma forma ante faltas similares o peores. Entonces, es válido preguntarse: ¿por qué ahora sí y antes no?

Escrito por: José Benítez Mosqueira, periodista.