El «Boricsismo» no es un Kirchnerismo

21 de diciembre de 2021

Los puntos de contacto entre la figura y el programa de gobierno de Gabriel Boric y el Kirchnerismo, como alguna voces intentan establecer a las apuradas, son escasos.

El Kirchnerismo es un derivado sintéctico del peronismo que logró a lo largo de los últimos 15 años absorber las quejas y pretensiones de la izquierda argentina. O mejor dicho, hizo suyas las banderas que le son propias al comunismo y socialismo.

Pero el Kirchnerismo no es la izquierda con mayúsculas sino un movimiento que lidera un grupo de gente que, en principio, lleva el apellido de Néstor Kirchner, el fallecido ex presidente de la Argentina.

Son como dijo Pepe Mujica, gente rica. Millonarios.

Néstor llegó al poder desde el sur operando, al principio, sobre una base electoral nacional bastante delgada, que con el tiempo hizo crecer.

Boric, por su lado, alcanzó el triunfo con claridad. Otra diferencia sustancial.

Kirchner elaboró un esquema de gobierno a medida de sus ambiciones. Porque el Kirchnerismo de raíz tiene como concepción “ir por todo” y no reparar en la instituciones que componen el Estado, léase Poder Judicial o Banco Central, lo mismo da.

Uno de los grandes logros de los chilenos no es solo la reducción de la pobreza durante la democracia sino el cómo se llegó a esto. El fortalecimiento de las instituciones del Estado, con sus bemoles de todo tipo, es lo que diferencia a Chile prácticamente del resto de Latinoamérica.

Lo advierten los catedráticos Daron Acemoglu y James A. Robinson, autores del libro y best seller “Por qué fracasan los país”. El rol de las instituciones y de políticas económicas inclusivas, por encima de las extractivas, son claves en la historia del desarrollo de países como Corea del Sur, Japón, entre otros.

En este libro Chile es mencionado pero Argentina le merece varios párrafos.

Las distancias entre ambos países quedan definidas y son notables.

Una de las preguntas que atraviesa la historia contemporánea Argentina es porqué un país tan rico termina teniendo tantos problemas económicos. Más del 40% de la población es pobre contra el 10,8% de Chile.

Los últimos movimientos realizados por el Kirchnerismo, al interior de la estructura judicial, para lograr que la actual vice presidenta Cristina Fernández no se enfrente a causas que la vinculan a ella y sus hijos al lavado de dinero en El Calafate, son un ejemplo de cómo el Ejecutivo interviene en el normal desarrollo de las instituciones.

Esa práctica se repite constantemente también en la economía provocando los más extraños movimientos y desarreglos de mercado.

Mandar recientemente un ejército de funcionarios a controlar la suba de precios en supermercados, sin conseguir frenar ni remotamente la brutal inflación con ello, es otro ejemplo del desparpajo político reinante.

En la Argentina, desde lo institucional, ocurren situaciones que en Chile resultarían imposibles. La lista es extensa. Funcionarios de alto rango descubierto cargando bolsos con millones de dólares, corrupción a destajo que termina en un terrible accidente de trenes, y así hasta tocar el delirio.

En los países “serios”, no se trata tanto de lo que el Ejecutivo quiera hacer sino de los que “puede” hacer ajustado a la ley y al sistema.

Nada indica que Boric no respetará el funcionamiento institucional del país, pero lo cierto es que existen mecanismos de peso en Chile que impiden acciones como las vistas desde el otro lado de la Cordillera.

Chile es y será austero.

Y Boric no es Kirchnerista.

Escrito por: Redacción Zona Zero