“Dawson”, de Aristóteles España [Por Víctor Hernández Godoy]

19 de septiembre de 2023

Sin duda alguna, este poemario escrito por el autor chilote, pero vinculado a Magallanes en distintos momentos de su vida, debe considerarse como una de las obras literarias más importantes e influyentes de la literatura chilena del último medio siglo.

Escrito en circunstancias extremas, entre septiembre de 1973 y septiembre de 1974, en medio de la prisión política sufrida por el autor en isla Dawson, el libro circuló de manera clandestina en Punta Arenas desde la primera edición en mimeógrafo en 1977 con el título de “Equilibrios e Incomunicaciones”. El texto que presentaba ilustraciones de Elio Santibáñez, venía firmado con el pseudónimo de Andrés Tales.

Para ese entonces, Aristóteles España Pérez había publicado en los talleres de la imprenta Don Bosco el pequeño libro de poemas, “La guitarra de mis sueños”. Nacido en Castro, Chiloé, el 5 de octubre de 1955, a los doce años llegó con su familia a vivir a Punta Arenas, al barrio 18 de Septiembre donde fijó domicilio en calle Francisco Javier Reyna.

Aristóteles España estudiaba en el Instituto Superior de Comercio (INSUCO) y era un reconocido dirigente estudiantil de la Juventud del Partido Socialista. En la mañana del 11 de septiembre de 1973, fue tomado prisionero por miembros de la Fuerza Aérea de Chile (FACH) quienes lo condujeron a la base de bahía Catalina, donde fue sometido a crueles torturas. Posteriormente, fue embarcado en una nave de la Armada con destino a Dawson.

Recordemos que España era un adolescente cuando cayó detenido. En el liceo, era conocida su afición a la literatura. De vuelta de su cautiverio, se reintegró en 1975 a la comunidad del INSUCO para concluir la secundaria. Ese año obtuvo un primer lugar nacional de poesía escolar.

Antes de la edición de su primer libro, logró un premio internacional con el cuento “Pacto Andino 1976”. Después escribió una obra de teatro para jóvenes, llamada “Vestigios”. Aristóteles España integró el taller literario que funcionaba en la sede regional de la Universidad Técnica del Estado en calle Angamos y Zenteno en Punta Arenas, en el edificio que hoy conocemos como Liceo Experimental de la UMAG. En ese contexto, se produjo la publicación de su segundo libro de poemas, “Incendio en el silencio” en 1978.

El autor, en compañía de otros creadores como Luis Alberto Barría (Despertando en otra luna), Juan Garay Álvarez (Súbitamente entre luces), Hernán Andrade Martinic (El vuelo de Dagoberto) crean el taller teatral Lacolet que estrenó en el teatro Municipal la pieza dramática “Una dama para Juan”, adaptación del cuento homónimo de Eugenio Mimica Barassi inserto en el volumen “Comarca Fueguina” de 1977.

En paralelo a toda esta actividad cultural, Aristóteles España repartía entre su círculo de amistades y de manera clandestina, los ejemplares de “Equilibrios e Incomunicaciones” que se reeditó en 1978 luego de las conclusiones del Congreso de Escritores Jóvenes realizado en agosto de ese año en Punta Arenas. Algunos de los poemas se editaron también, en la revista “Momentos”, principal órgano de difusión de los jóvenes literatos.

En 1981 se concretó en Santiago la quinta edición de esta obra, con el trabajo de María Eugenia Baeza y del escultor Alejandro Verdi (Jalan) quien aportó el dibujo de portada. El texto incorporó comentarios con pseudónimos por cierto, del profesor de castellano Fulvio Molteni Torres y del escritor Ramón Díaz Eterovic.

La repercusión que tuvo el texto en la capital fue enorme y grafica la división y discriminación que había en los ámbitos del poder en relación con el mundo de la cultura. Ante una realidad oficial controlada por las editoriales tradicionales como Andrés Bello, Ercilla, Zigzag, y la División Nacional de Comunicación Social (DINACOS) que autorizaba la circulación de las obras literarias que evitaban hablar de temas sociales que pudieran molestar al régimen de facto y censuraba al mismo tiempo, las producciones de autores que pregonaban un tipo de literatura contestataria, surgían voces como Aristóteles España, que denunciaban las atrocidades que cometía la dictadura cívico militar.

En ese contexto, “Equilibrios e Incomunicaciones” se convirtió en uno de los libros más leídos de manera clandestina, en Chile y en el extranjero. De esta manera, nació el interés de la editorial Bruguera por hacer una gran edición, para el mundo latinoamericano, proyecto concretado en el invierno de 1985 con el nombre de “Dawson”.

El libro es en estricto rigor, una selección de “Equilibrios e Incomunicaciones”. Enriquecido por un estudio preliminar del crítico Jorge Narváez, se agrega una portada del famoso arquitecto Miguel Lawner y una contratapa con párrafos del futuro Premio Nacional de Literatura de 1998, Alfonso Calderón.

“Dawson” empieza con una dedicatoria que dice: “Con Allende”. A partir de ahí, se pueden leer versos en rima libre, que parecen ordenados desde la llegada del poeta a la isla hasta el mismo instante en que se le deja en libertad. Es un recorrido de un año completo en donde comprobamos sensaciones de soledad, las vejaciones sufridas, el desamparo y la esperanza que nos transmite el autor en su obra.  

A continuación, van apareciendo los poemas, “Llegada”, “Infierno y soledad”, “Caminos”, “Momentos”, “Y no eran perros”, “Apuntes”, “La lluvia tiene ojos”, “Engranajes”, “Gotas que caen”, “Más allá de la tortura”, “Íntimo”, “Equilibrios”, “La Venda”, “Los alambres de púa”, “Qué hacer en esta hora”, “No hay más dolor bajo los árboles”, “Reflexiones”, “Llanuras y silencios”, “Compañeros”, “Balas y reencuentros”, “Una especie de canto”, “Partida”. Se suma un epílogo de Gonzalo Rojas (Premio Nacional de Literatura 1992) que dice “Libro con alquitrán” y una serie de documentos iconográficos, cartas, algunos tipos de certificados, una tarjeta de navidad, fotografías de los reclusos en el campo de prisioneros, con el nombre de “Un fragmento del infierno”.

“Dawson” fue uno de los primeros libros que reveló los abusos cometidos por la dictadura. Su valor como texto literario y documento político, lejos de disminuir, se ha acrecentado con el transcurrir del tiempo.   

Escrito por: Víctor Hernández Godoy, escritor, historiador, columnista.