COVID-19 una nueva Era comienza [Columna de Marcelo Agüero Faridoni]

12 de junio de 2021


La historia de la humanidad tiene alrededor de 200.000 años desde que se registra el inicio de su evolución, y sólo en los últimos 350 años, con el advenimiento de la revolución industrial, se ha desencadenado eventos de desarrollo, innovación que también han traído consigo la degradación acelerada del medio ambiente.

Bastaron sólo un par de meses al final del invierno 2019 en Asia, para que el mundo detuviera de golpe su acelerado pulso. La hiperglobalización de la economía y la alta tecnología al servicio de los viajes transcontinentales, masificados en los últimos 50 años –dando acceso a gran parte de la población a una movilidad antes impensada– se convirtieron en los vehículos perfectos para que la pandemia se propagara a la totalidad del globo en tan sólo días.

El poderío económico, militar o social detentado por los países más desarrollados del globo, no han sido suficientes para hacer frente a esta nueva enfermedad viral. La humanidad fue puesta de rodillas, impotente, al entender de golpe la fragilidad de la existencia humana frente a una simple cadena de ARN viral capaz de replicarse exponencialmente en un ambiente propicio de huéspedes humanos. Sin embargo, al mirar nuestro pasado evolutivo con los ojos de la ciencia, la evidencia científica nos muestra que los virus han afectado a los humanos a lo largo de toda su historia
evolutiva, y aunque el número y tipos de patógenos han fluctuado a lo largo del tiempo, no debemos sorprendernos de su constante aparición en la escena global.

El impacto generado por la detención de actividades tan cotidianas como abrazar, tocar o encontrarnos con nuestros seres queridos, fue un golpe a la esencia misma de la convivencia humana, un atentado radical al concepto más primigenio de la humanidad, nuestro carácter social y comunitario. Hoy, nos encontramos ante un desafío que llevará a la humanidad a transitar por un nuevo camino de desarrollo biotecnológico. La abrupta entrada en escena del SARS-CoV-2, es una advertencia que nos señala claramente, nuestra fragilidad para enfrentarnos ante nuevos patógenos con alta capacidad de propagarse en la población. Nuestros esfuerzos deben ahora centrarse en la adopción masiva de nuevos hábitos y tecnologías que minimicen los riesgos de contagio y reduzcan el impacto socioeconómico que esta pandemia ha generado, debemos mirar con atención la aplicación, por ejemplo, de sistemas certificados y acreditados que nos permitan sanitizar el aire en ambientes cerrados como ascensores, salas comunes, oficinas, salas de clases,
buses de pasajeros, etc; y en la esterilización de superficies de contacto por medio de UV-C, ozono y otras herramientas y dispositivos transformados desde el uso hospitalario e industrial al uso cotidiano y social; todo esto mientras la comunidad científica se centra en el desarrollo de una vacuna como solución de largo plazo.

Esta pandemia nos pone a prueba y nos obliga a utilizar toda nuestras capacidades cognitivas y aptitudes humanas para repensar nuestra forma de vivir y de relacionarnos con el medioambiente. Una coexistencia que sea compatible con nuevos estándares de salud social y ambiental. Siglos de evolución intelectual nos conminan a salir de la pasividad y transformarnos en seres proactivos, y más importante aún, en seres empáticos y creativos en la búsqueda de soluciones, en pos del bien común de la especie y de preservar nuestra existencia social.

Hoy es el COVID, pero mañana serán otros patógenos los que se levanten como amenaza. Debemos, por tanto, aprender de este tiempo de introspección obligado, entender la lección: “Somos una parte muy pequeña en la temporalidad de nuestro planeta, y la forma en que apliquemos nuestras mejores capacidades para lograr una coexistencia evolutiva, sana, sin mezquindad, con cooperación y voluntad, en la que la tecnología esté al servicio de la humanidad, serán claves en la superación de esta pandemia”.

Escrito por: Marcelo Agüero Faridoni, presidente del directorio de la Fundación Científica Prisma Austral