Chile y la necesidad de invertir en ciencia hasta el fondo de la billetera

17 de enero de 2022

Hace unos 7 años, en un Congreso de Física realizado por el Instituto Balseiro de Bariloche, uno de los centros de estudio de física teórica más importantes de Latinoamérica, y de donde salió, por ejemplo, una estrella internacional como Juan Martín Maldacena, uno de los expositores mencionó al pasar que Chile no lo había hecho bien en materia de ciencia en todos estos años de grandes ingresos por el cobre.

El científico, no recuerdo el nombre, dijo algo así como: “vean el caso de Chile, tiene dinero y no invierte en ciencia”. Haciendo alusión a una oportunidad desperdiciada.

En la actualidad Chile invierte el 0,34% del Producto Interno Bruto (PIB) en el área. Argentina, por su lado, alcanza el 0,46% (0,28% de inversión pública y 0,18% de inversión privada), pero vaya a saber por dónde anda ahora mismo en medio de la nueva crisis histórica que soporta el país trasandino.

El presidente electo Gabriel Boric ha prometido llevar la inversión al 1%. Con lo cual daría un salto importante pero todavía se mantendría lejos de la inversión promedio de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE), 2,4 %, a la cual Chile pertenece.

Y muy lejos del 4% que invierten Israel y China.

Invertir en ciencia es básicamente invertir en conocimiento y algo todavía más intangible, pero no por eso menos importante: es invertir en futuro.

Por supuesto, tampoco sirve de mucho ganar batallas en el laboratorio si después el Estado no acompaña en las lides del mundo exterior.

Viene a cuento el caso del destacado científico argentino Sebastián Pappalardo, dedicado desde 2006 a investigar sobre nanovacunas direccionadas. Se trata de una tecnología clave para combatir, por ejemplo, el coronavirus. Si, el coronavirus.

Pappalardo es recibido en la Escuela de Medicina Veterinaria de la Universidad del Salvador, doctorado en el área Virología, Facultad de Farmacia y Bioquímica de la UBA, y con formación Postoctoral en Northeastern University de Boston (Estados Unidos) y Concordia University de Montreal (Canadá).

El científico Sebastián Pappalardo, un interesante caso de investigación en la Patagonia argentina.

A pesar de que Pappalardo tiene una larga experiencia en el tema entre 2020 y 2021 hizo malabares para sostener su trabajo dentro del Grupo de Nanomedicina Veterinaria de la Estación Experimental Agropecuaria del INTA de Bariloche. Lo más que interesante es que Pappalardo logró tremendos avances en un rincón de la Patagonia y lejos de los grandes centros de poder.

En persona viajaba a Buenos Aires para comprar hielo destinado a sus laboratorios de Bariloche, en fin, una anotación heroica de tantas suyas.

Finalmente, Laboratorios Bagó, decidió apoyar el proyecto que ha logrado inmunidad ante el coronavirus en ratones.

Pappalardo contaba a este cronista que iniciar las pruebas en seres humanos representaría una inversión de USD 10 millones de dólares.

Hasta el momento, él y su equipo de 15 especialistas, continúan en la carrera nacional en la Argentina por obtener mayores fondos y demostrar en las personas lo que lograron en ratones y ratones con alteraciones que los hacen más parecidos a los humanos.

En el país trasandino hay al menos otros 5 proyectos de vacunas que esperan encontrar mayores recursos.

Apenas un ejemplo de dos casos nacionales que terminan tocándose: invertir poco o invertir más pero sin la capacidad de continuar acompañando el proceso.

La ciencia requiere mentes, cierto, aunque también dinero y enormes cuotas de paciencia.

Esta semana el presidente Sebastián Piñera aseguró que Chile tiene una “trilogía” envidiable. “Chile tiene una trilogía muy favorable, porque tenemos sol, cobre y litio, y tiene que aprovechar esos elementos”, señaló.

Pero el discurso de Piñera termina apuntando hacia el mismo lugar del que salimos cuando éramos muy pobres. Grandes volúmenes de producción no elaborada que más temprano que tarde nos será revendida en formato de celular o auriculares, y gran etcétera.

No repitamos el pasado. Invirtamos en ciencia hasta el fondo de la billetera.

Procedimiento con nanovehículos por Pappalardo

“Imaginate una pelota de tenis que tiene pelos que le salen para fuera. Son nanovehículos de 200 nanómetros, el tamaño de un virus, al que se le incorpora esa pequeña porción código de ADN que corresponde a una proteína del virus causante de Covid19 y que cuando se ancla a las células del sistema inmune, libera su carga. El sistema reacciona a esto y genera una respuesta inmune en la que se generan anticuerpos”, dice el científico.

Escrito por: Redacción Zona Zero