Carta abierta a las salmoneras y cuatro consejos gratuitos

5 de octubre de 2021

No creo que te hayas fijado, pero la geografía donde instalaste tu industria es hermosa. Cualquier colono que la observe por primera vez diría algo cursi como: “aquí se quedó dormido Dios en el séptimo día de la Creación” o cosas por el estilo.

Por supuesto, tú (debería decir ustedes en tanto que son sociedades) no viniste a explorar sino a conquistar. Y los conquistadores no tienen ojos para la belleza.

Miles años atrás un pueblo conocido como kaweskar recorrió los canales que hoy tú contaminas en pequeñas embarcaciones que semejaban minúsculas casas ambulantes. En su interior se cobijaban, dormían y encendían el fuego sagrado.

Otros pueblos dominaban el laberinto del sur cuando tú no eras ni un “brief” en una reunión de ejecutivos vestidos con trajes azules. Los selknam, los yamanas, los haush.

Como entenderás la piel de este paisaje, sacado de una novela romántica, es delicada y su equilibrio muy pero muy sensible a las intervenciones humanas. Como los kaweskar, los yamanas, selknam, haush, eran pocos y su vínculo con lo natural austero, no llegaron a afectar el complejo ciclo de la vida en los extremos.

Miles de años después, la civilización, pues, ya sabes, comenzó a hacer exactamente lo opuesto. No diré que tú eres la primera industria en venir y contaminar o exterminar por estos lares, la pesca artesanal, que a esta altura de artesanal no tiene demasiado, también puso su granito de arena. Nos lo cuentan los propios pescadores: en los canales, por ejemplo, ya nada es lo que fue.

Ahora estamos nosotros, que no seremos yamanas, pero amamos nuestro entorno. Tratamos de hablar su lenguaje. Algo es algo.

En otras palabras, si fuéramos un cuerpo, estaríamos vendiendo nuestros pies, dedos, brazos para alimentar lo que queda. ¿Exagero? Tristemente no.

Africa, Venezuela, Ecuador, lo hicieron y ya sabemos cómo terminó todo eso.

En una cruel ironía comercial del mundo contemporáneo, nosotros le vendemos nuestra alma a Europa, Estados Unidos y Oriente y ellos, a su vez, nos la revenden muchísimo más cara transformada en microchips o patentes de chocolate. Mejor no hablar de ciertas cosas, diría Luca.

Pero hablemos de ti.

A esta altura se ha posicionado como el segundo producto de exportación nacional.

Este es el argumento a favor, el dinero. Pero el argumento en contra no es solo espiritual o exclusivamente conservacionista, porque si ponemos en números lo que vale la hermosa geografía que hoy está siendo devastada creo que no alcanzarían esos millones anuales para pagarla.

Allá por el 1997 se calculaba, en un artículo de “Nature”, que 17 servicios ecosistémicos (espacio naturales que alimentan y purifican el planeta) alcanzarían un valor anual de hasta USD 54 billones al año. Plata, ¿no?

De plata y empleo es de lo que se habla cuando se habla de ti. Plata y empleo. Como si en Magallanes no hubiera trabajo (hay una lista de 200 puestos sin ocupar en la Oficina de Empleo del municipio de Natales) y, además, como si esta geografía que nos baña los pies no fuera un centro mundial del turismo y por lo tanto de una millonaria recaudación fiscal nacional.

No puede haber dos sheriff en un mismo pueblo y déjame decirte que el turismo es uno de ellos y llegó antes que tú.

La industria salmonera comenzó en Chile hace 35 años. Los análisis más entusiastas del turismo en Ultima Esperanza y Magallanes, en general, datan de 1968 cuando nadie imaginaba que unas 300 mil personas podían bajar hasta la región entre la primavera y el verano.

El turismo receptivo en Chile mueve cerca de USD 3000 millones anuales. Otro número para tener en cuenta.

De manera que al tiempo que el país promociona internacionalmente la belleza natural de sus paisajes sureños, tú, inviertes en plantas de tratamiento de lodos y de residuos industriales que envilecen ese mismo paisaje.

Ahí no más, a metros del centro de Puerto Natales y enfrente de una de las cadenas de montañas más hermosas del planeta.

Hechos son hechos.

Dar consejos en tan incómodo como comparar narices de bebés. Pero, qué remedio.

1) Tal como se le dice a los turistas: si vas a ensuciar, pues limpia.

2) Si vas a contaminar y no eres capaz de “descontaminar” en la misma proporción porque no es “negocio”, pues tenemos un problema legal, social y cultural.

3) Si tu proceso industrial contradice por completo el cuidado de la naturaleza que nos alberga (somos sus inquilinos en la Tierra después de todo), es mejor que vayas pensando en invertir en molinos de viento. Shell, por ejemplo, va a apostar casi USD 600 millones en energías renovables en Brasil. Y ya sabemos lo que significa Shell.

4) Y 4, si vas a contratar lobbistas hazlo con personas respetadas en la sociedad en la que inviertes.

A todo esto, 40 corderos…really?

Escrito por: Redacción Zona Zero