Bestias [Por José Benítez Mosqueira]

28 de marzo de 2022

La versión 94 de la entrega de los Oscar quedó grabada en nuestra retina por un hecho insólito: el charchazo que le propinó Will Smith al comediante Chris Rock, quien se burló en su rutina “humorística” del corte de pelo al ras de la esposa del premiado actor afroamericano.

La agresión, explicada más tarde por el mismo Smith como una especie de defensa del honor de su familia, dejó atónitos a los asistentes a la glamorosa velada, que en el momento no supieron si reír o callar.

Si se me permite, fue el punto negro de la noche, comentario que espero no sea juzgado por los lectores y lectoras de esta columna como sarcástico o lisa y llanamente racista.

Simplemente constato un hecho alejado de la racionalidad y el respeto que deberían regir las relaciones entre personas.

Lamentablemente no es así y cada día nos enteramos de situaciones en las que desapareció la humanidad, el diálogo, y se impuso la bestialidad.

Sin ir más lejos, pongo como ejemplo el criminal ataque sufrido por un grupo de estudiantes secundarios mientras se manifestaban en la Alameda de Santiago, a manos de una horda de individuos que integrarían -aún se está investigando- algunas de las muchas mafias que controlan el comercio ambulante en la comuna de Estación Central, ante el actuar displicente de los carabineros presentes en el lugar.

“Bestia” es el título del laureado cortometraje de animación inspirado en la sórdida historia de la agente Íngrid Olderöck, quien obtenía información para la desaparecida Dina torturando con perros a los detenidos y detenidas en la casona conocida como “Venda Sexy”.

En casi 16 minutos de espanto, los realizadores del filme narran la vida de una bestia humana, carente de moral, empatía y piedad, tanto que algunos medios informaron que la Academia de Hollywood no lo premió con el Oscar de este año porque no aporta esperanza en los tiempos de guerra que se viven en el hemisferio norte.

Lo cierto, aunque duela, es que la línea que separa lo racional de lo irracional es delgada, difusa y sin retorno, más cuando se da el salto al amparo del Estado.

Este domingo se conmemoró frente al monumento de las Tres Sillas un año más del secuestro, tortura y asesinato del sociólogo José Manuel Parada, el publicista Santiago Nattino y el profesor Manuel Guerrero, ocurrido a fines de marzo de 1985 y conocido como Caso Degollados, cuyos autores -miembros de la Dirección de Comunicaciones de Carabineros (Dicomcar)- fueron condenados a cadena perpetua.

Reflexionando acerca de los horrores de la dictadura cívico-militar, el escritor colombiano Gabriel García Márquez dijo: “El drama ocurrió en Chile, para mal de los chilenos, pero ha de pasar a la historia como algo que nos sucedió sin remedio a todos los hombres de este tiempo y que se quedó en nuestras vidas para siempre”.

Traigo a la actualidad sus palabras, vigentes y perfectamente aplicables a otros hechos, como el que transformó también en bestias a los vecinos que golpearon hasta la muerte a un joven en la populosa comuna de La Florida, luego de que lo sorprendieran saltando la reja de una casa en la que se había escondido de quienes lo intentaron asaltar y que aún lo perseguían.

Los gritos desesperados del muchacho no fueron suficientes para detener la andanada de golpes de los pobladores que lo confundieron con un delincuente y lo lincharon, a vista y paciencia de otras y otros que se transformaron en cómplices pasivos del crimen.

De este tipo de acciones está plagado el devenir de la humanidad, cuyas proezas y desarrollo no han logrado aplacar la furia y frialdad del reptil ancestral que nos recuerda nuestros orígenes evolutivos.

En términos retóricos, aunque intentemos negarlo, el ángel y la bestia están presentes y conviven en cada uno de nosotros.

Escrito por: José Benítez Mosqueira, periodista.