El jueves 15 de mayo de 2025, Punta Arenas enfrentó vientos superiores a 120 km/h, un fenómeno
extremo que afectó a varios árboles de la ciudad. Entre ellos, dos ejemplares de Ciprés Macrocarpa
se desplomaron, evidenciando los riesgos que enfrentan los árboles añosos ante condiciones
climáticas adversas y el impacto de la intervención humana.
Factores que contribuyen al colapso
Determinar las causas exactas siempre es complejo, pero existen evidencias que apuntan a un
manejo inadecuado de los árboles longevos. Las prácticas actuales, lejos de proteger estos
individuos históricos, pueden incrementar su vulnerabilidad, transformándolos en un riesgo latente.
El impacto del cemento en el sistema radicular
Las mejoras realizadas en los bandejones centrales de la avenida han reemplazado el suelo orgánico
por cemento, una modificación que afecta directamente la estabilidad y salud de los árboles. En
muchos casos, estos ejemplares quedan rodeados por estructuras de concreto que limitan la
absorción de agua y nutrientes esenciales, creando una suerte de macetero gigante que restringe
su desarrollo natural.
Es crucial comprender que los árboles obtienen la mayor parte de su agua a través del suelo, por lo
que sellar sus raíces con cemento debilita su resistencia y aumenta el riesgo de caída, especialmente
durante eventos climáticos extremos. Para evitar futuras tragedias, se debe replantear la
intervención urbana y garantizar que las mejoras estructurales respeten las necesidades ecológicas
de estos gigantes históricos.
En un bandejón donde se encuentran árboles centenarios de más de 20 metros de altura, se
ha observado un manejo inadecuado. La cubierta vegetal ha sido reemplazada por cemento,
lo que altera las condiciones del sustrato y compromete la estabilidad de estos ejemplares
longevos.
Dado que estos árboles ya presentan una avanzada edad, es fundamental proyectar los
posibles eventos que puedan afectarlos en el futuro. Sin embargo, ciertas prácticas de
intervención urbana, como el reemplazo del suelo orgánico por materiales impermeables,
pueden acelerar su deterioro y aumentar el riesgo de colapso en condiciones adversas.
Para mitigar estos efectos, se deben considerar enfoques de conservación que respeten la
estructura radicular de los árboles y garanticen su acceso a agua y nutrientes esenciales,
reduciendo así los riesgos asociados a decisiones de infraestructura poco adecuadas.
Sistema radicular y longevidad del Ciprés Macrocarpa
El Ciprés Macrocarpa se caracteriza por su buen arraigamiento, lo que le permite soportar vientos
fuertes y contribuye a su longevidad y éxito en la región. Esta adaptabilidad ha permitido que
algunos ejemplares alcancen edades superiores a los 200 años en otras latitudes, dependiendo de
factores ambientales y de manejo.
Sin embargo, como todo ser vivo, su ciclo de vida tiene un límite natural. Con evaluaciones
adecuadas dentro de la ciudad, es posible proyectar el período en el que estos árboles podrían
comenzar a deteriorarse, asegurando un manejo preventivo que minimice riesgos y preserve su
estabilidad el mayor tiempo posible.
Para garantizar su conservación y evitar colapsos inesperados, es fundamental considerar tanto su
sistema radicular como las condiciones del suelo y las intervenciones urbanas que puedan afectar
su desarrollo.
No se observan cortes significativos en el cemento que pudieran evidenciar la presencia de una red
de raíces saludables, lo que sugiere que estos árboles de más de 20 metros de altura han perdido
parte de su anclaje natural al suelo.
Además, se identifican varias raíces ausentes, posiblemente muertas como consecuencia de los
trabajos realizados para reemplazar la superficie del bandejón con cemento. Este cambio podría
haber afectado la absorción de agua y nutrientes, comprometiendo la estabilidad de los ejemplares
a largo plazo.
Pese a estas condiciones, no se observan señales de pudrición, lo que indica que el deterioro de las
raíces responde más a la modificación del entorno que a procesos internos de enfermedad. Es fundamental considerar estos efectos en futuras intervenciones urbanas para evitar la degradación
prematura de árboles centenarios y minimizar los riesgos de colapso. GRIETAS
Las grietas en el cemento suelen ser un signo de alerta, reflejando el crecimiento de las raíces que
buscan expandirse y, en muchos casos, desplazan el material circundante. Sin embargo, en los
árboles siniestrados no se observan muchas de estas fracturas, lo que sugiere la ausencia o deterioro
de su sistema radicular.
La falta de grietas podría indicar que las raíces han dejado de existir o han perdido fuerza,
impidiendo que ejerzan presión sobre el suelo. Este fenómeno refuerza la teoría de que
modificaciones urbanas, como el reemplazo del sustrato por cemento, han afectado la vitalidad de
los ejemplares, comprometiendo su estabilidad.
Para prevenir futuros colapsos, es esencial evaluar la salud de las raíces en árboles longevos y
reconsiderar prácticas de manejo que podrían estar contribuyendo a su debilitamiento.
Pérdida de recursos y evaluación del impacto climático
No es sorpresa que atravesamos un momento crítico en el que el planeta enfrenta una
creciente escasez de recursos debido al desorden climático en curso. Las consecuencias de
este fenómeno exigen herramientas precisas para evaluar sus efectos y proyectar soluciones
efectivas.
En respuesta a esta problemática, el Servicio Forestal de EE.UU. ha desarrollado diversas
metodologías para analizar estas variables de forma profesional y también didáctica. Estos
enfoques permiten comprender mejor el impacto del cambio climático y fomentar estrategias
de adaptación y mitigación.
El resultado de la evaluación es evidente, considerando que se basa en valores promedio y
estimaciones. Sin embargo, estos cálculos reflejan con claridad la relevancia de los árboles longevos
en el ecosistema y el impacto de la pérdida de tan solo uno de ellos durante el evento climático
reciente.
Cada uno de estos ejemplares históricos cumple un papel crucial en la estabilidad ambiental,
influyendo en la captura de carbono, la regulación del microclima y el equilibrio de los ecosistemas
urbanos. Su colapso no solo representa una pérdida botánica, sino también una alteración en los
procesos naturales que sostienen la resiliencia de la ciudad frente a fenómenos extremos.
Es fundamental considerar estos efectos en futuras proyecciones y estrategias de manejo,
priorizando la conservación de individuos con valor ecológico significativo para reducir el impacto
de eventos climáticos severos.
El árbol que se desmorono por el viento tenía alrededor de 100 años:
El colapso de árboles longevos es un proceso natural que depende de múltiples factores. Sin
embargo, en el contexto actual de cambio climático, su presencia es más relevante que nunca, ya
que contribuyen a la regulación ambiental y a la mitigación de eventos extremos.
A pesar de su importancia, los malos manejos y la falta de planificación han acelerado su deterioro.
En muchas intervenciones urbanas, no se realizan evaluaciones previas, lo que conlleva decisiones
que comprometen la estabilidad de estos ejemplares. Entre los factores más críticos está el corte
de raíces fundamentales durante trabajos de infraestructura y la sustitución del suelo orgánico por
cemento, impidiendo la absorción adecuada de agua y nutrientes.
Esta tendencia pone en riesgo la preservación de avenidas históricas, condenándolas a una
degradación progresiva sin una proyección clara de áreas verdes que consideren planificación y
recursos adecuados. Para garantizar un equilibrio entre desarrollo urbano y conservación ambiental,
es urgente replantear estrategias de manejo que protejan estos árboles antes de que su pérdida sea
irreversible.