Cuenta la historia que la última palabra que susurró Bernardo O Higgins fue “Magallanes”. La pronunció dos veces y por eso no quedan dudas de su postrera obsesión.
El recuerdo ha dejado amplio margen a las intepretaciones, pero el más lógico de todos indica que el padre de la patria observaba en el extremo sur del continente un futuro promisorio. Un espacio al cual atender.
Mucha agua corrió bajo los puentes desde entonces, 1842, y es innegable que los numerosos gobiernos que siguieron y que desde Santiago dirigieron el país, se olvidaron por décadas de esta palabra y todo lo que representaba.
Alcanza con recordar en que en los 70 Magallanes era un paraíso fantasmal en donde sus pocos aunque aguerridos habitantes se las “pelaban” para llevar pan a la mesa.
Puerto Natales, por ejemplo, ofrecía escasas oportunidades laborales y una parte sustancial de sus hombres, se estima que entre 2000 y 3000, trabajaba en Yacimientos Carboníferos Fiscales de Río Turbio, Argentina. Para entonces la mina producía un millón de toneladas anuales.
A pesar del duro trabajo, los viejos mineros que aun viven y sus familias rememoran con orgullo su paso por las oscuras galerías de Mina 1. Tenían como ganarse el sustento y, paradójicamente, empeñándose en un país hermano, hacían patria cada vez que volvían y gastaban su sueldo en los suyos.
Aquel Magallanes ha quedado en el pasado.
Sin embargo, en los últimos tiempos han crecido las ideas que apuntan a una total involución de nuestra patria chica. El mandato nacional de poblarla y crecer económicamente está mutando aceleradamente en otro que indica despoblarla y convertirla en una zona salvaje sin ningún tipo de actividad.
Decir aceleradamente no es una exageración, es un término que se utiliza mucho entre las ONGs más extremas. Es una palabra que forma parte del vocabulario de Greenpeace, Oceana y magnates como Kristine Tompkins. Para este grupo de gran poder de lobby, el fin del planeta es inminente y desde todo punto de vista el problema son las personas. Por caso, las personas y sus iniciativas en Magallanes.
En los años recientes vimos desaparecer la mina Invierno que dejó a 1000 empleados sin trabajo.
Y desde hace meses somos testigos de una feroz iniciativa por quitar de en medio a la salmonicultura. Si esta se convierte en una realidad Magallanes perderá otros 8000 mil puestos de trabajo directos e indirectos e ingresos por concepto de patentes y salarios de unos 80.000 millones de pesos anuales. ¿Está demás decir que es nuestro principal producto de exportación? ¿Está demás decir que en Magallanes se produce el salmón con mayores estándares de calidad del planeta?
¿Está demás decir que ha surgido una nueva clase media gracias a esta industria en una zona en donde alguna vez hubo mayoritariamente pobres?
En ocasiones los países también se suicidan.
El fanatismo verde que ubica al ser humano en la posición de un virus hace pensar en Matrix, por supuesto, pero también en un libro que se llama “Por qué fracasan los países” de los economistas y catedráticos Daron Acemoglu y James A. Robinson.
El libro es una profunda investigación económica, política y social respecto de porqué las naciones se hunden en la miseria incluso teniendo herramientas de prosperidad a su alcance. Las claves del desarrollo, indican, se encuentran en el aprovechamiento de las propias capacidades y recursos, pero más importante, en el respeto hacia la institucionalidad. Y es justamente, el escenario al cual asistimos hoy.
El valor intrínseco de las instituciones es arrasado por grupos de poder que no rinden cuenta a nadie y alimentan teorías nihilistas que terminan expuestas en millonarias campañas publicitarias. Falsedades que hacen imaginar a cierta clase política que cualquier relato en las redes sociales puede ser verdad.
¿O nos estamos hundiendo en basura y excremento en Magallanes y no nos dimos cuenta? Hay ONGs que lo aseguran.
Hace unos días el yate de Greenpeace, el Witness, estuvo en la región con un permiso “recreativo”, pero haciendo ningún caso a la ley, al decreto 711, que protege nuestra soberanía, recopiló información sensible de la región. Apenas un ejemplo. La organización vino, criticó nuestro estilo de vida, nuestra cultura de desarrollo y partió hacia lejanos horizontes.
Otra vez la mente vuela a la Argentina, un país con un 38% por ciento de pobreza. Esto significa que en la Argentina hay 18.679.605 de pobres y 3.859.816 millones de indigentes.
Establezcamos un breve paralelo. En los años recientes los trasandinos se opusieron a la explotación minera en Chubut, al desarrollo parcial de la industria eólica en Río Negro, a la energía nuclear también en esa provincia, a la salmonicultura en Tierra del Fuego.
Chile va por un camino similar. Esto es innegable.
En Magallanes el índice de pobreza marca un 5,7% y 1,8% para la pobreza extrema respectivamente.
También en años recientes Chile se opuso a la minería en Magallanes, a las represas en otros sectores de la Patagonia y ahora sus opositores apuntan a la industria del salmón.
Uno no imagina este tipo de posiciones nacidas desde la comunidad y sus organizaciones en los 70, en Puerto Natales, cuando no había un cobre partido al medio.
Pero claro, la prosperidad ofrece otras alternativas. Y la prosperidad también molesta en ciertos sectores.
Un apunte al pie de página: estas ideas fanáticas tampoco hoy vienen de la comunidad magallánica. Son externas. Desembarcan desde otros países, por lo general, desarrollados. Francia, Holanda, Estados Unidos. Países donde sí prospera la energía nuclear, por establecer un punto.
La intención de transformar a la mitad del país en territorio salvaje no poblado no es un discurso tomado de una novela apocalíptica de un autor desconocido. Es una línea argumental que atraviesa a la población, empujada por las ONGs y actores muy potentes e influye en las altas esferas políticas.
De este modo se entiende el avance de un concepto de «no desarrollo» que es una forma práctica y rápida de regresar a los 70, a la pobreza, a la carencia, a la desesperanza. Así es como se suicidan los países, cortándose las extremidades con un hacha y olvidados de sí mismos y su historia.