Algo se nos pasó a caer… [Por Mauricio Vidal Guerra]

13 de agosto de 2023

Existe una especie de aburrimiento por parte de la ciudadanía sobre las acciones, o inacciones, que lleva en la cotidianidad el Gobierno. Una especie de atragantamiento con tanta declaración repetitiva, con tanto cargo a dedo para algún amigo o amiga, con tanta sordera, y con tanta autoridad escondida, o que se toma vacaciones cuando no es prudente hacerlo. Una especie de generación mal acostumbrada, y que ha estado convencida que nunca se equivocan, que tienen la razón, y que sus pensamientos y formas de mirar la vida son moralmente superiores, con estándares éticos mayores, y un autoconvencimiento de que se han preparado lo suficiente para demostrar tener razón.

Pero las aulas te entregan una parte del conocimiento necesario para avanzar en la vida, o desarrollarte como persona. Muchas de las otras partes del rompecabezas se aprenden en la calle, en las canchas de fútbol, andando en bicicleta, en las poblaciones, en esos recorridos por Bories, o en la pelea colegial de un viernes cualquiera en la costanera de Colón… La vida te va mostrando y enseñando, No solamente los libros y los profesores de una universidad. No es solamente ahí donde se adquiere contenido, sensaciones, educación y empatía.

Tiene que ver con dónde creciste, cómo te educaron, los entornos donde fuiste desarrollándote, las personas con las que conversaste, los educadores que te tocaron en los colegios a los que asististe. Los barrios que merodeaste, los encuentros que tuviste, las conversaciones que escuchaste en tu casa, o dónde hubieras acompañado a tus viejos…

Son tantas las cosas que te van haciendo persona, amigo, compañero, ciudadano, padre y madre, hermano o vecino.

Algo se nos pasó a caer en el camino. Algo sucedió que fuimos siendo cómplices y testigos de una clase altanera y miradora en menos. De varios colores y pensamientos. Pero que mira en menos igual, buscando alguna justificación en autores o libros que leyeron en algún momento, o que escucharon de un sociólogo o intelectual de moda. Y como esto es redondo, se irá repitiendo, y nuevamente volveremos a lo mismo, y así una vez, y otra vez, y nuevamente.

Muchas veces es mejor «fumar el humo mientras todo pasa» como diría Fito, y hacerle caso de quedarse «al lado del camino». Es más sano, «y más barato» (en eso tiene razón).

Los sondeos, las encuestas, las percepciones, los análisis, todo lo anterior ha ido sacando la radiografía de un momento político nacional que recordaremos como de los más difíciles y complejos. Con pocos avances, y con mucha mala intención. Y seguramente los responsables se irán lavando las manos para volver disfrazados de otras cosas en otros tiempos y escenarios.

Hoy, a lo menos, no existe la credibilidad, ni hay más paciencia. La gente, la ciudadanía, mira a la clase política con una desafección profunda y peligrosa. No hay cercanías, no hay espacios donde de verdad parte de la población se sienta cerca de autoridades electas o nombradas. La desazón se ha convertido en protagonista, y la normalidad del día a día hace que cada vez haya menos interés en escucharlos, y menos en creerles.

Porque finalmente de eso se trata. De a quién creerle. En quién confiar. Dónde sentirse representado.

Y a lo lejos, solo se ven intereses personales o partidarios. Económicos o empresariales. De ganarle al otro en cámara, o querer demostrar el estudio universitario en un debate televisado que tiene más aire de reality show que de espacios de interés para una mejor sociedad.

Y sí, algo se nos pasó a caer en el camino. Y a algunos ni siquiera les interesa.

Escrito por: Mauricio Vidal Guerra, periodista, director ZonaZero.cl