Agua: la guerra que viene [Columna]

13 de mayo de 2021

En la zona austral chileno.-argentina se encuentra el mayor volumen de agua dulce del planeta convertida en glaciares. Esta advertencia es necesaria y alguien tiene que hacerla.

Por Arturo Alejandro Muñoz

Respecto de este vital asunto (el agua), es buen señalar que con el 76% de la superficie afectada por sequía, desertificación o suelo degradado, hay estudios serios que muestran que la situación de Chile  es tan compleja que se asemejará a la emergencia que enfrentarán muchas naciones africanas.

Un informe del World Resources Institute certifica que Chile se ubica entre los 25 países del mundo que sufrirán un fuerte estrés hídrico a partir del año 2040.

Sin embargo, algunos políticos chilenos se permiten expresar estulticias aprovechando la desinformación existente en su electorado y en la masa ciudadana en general. Un ejemplo de lo mencionado es lo que expresó el senador demócrata cristiano Ignacio Walker (siempre tan dispuesto a ’apoyar’ requerimientos de megaempresarios  políticos derechistas). Lea usted y juzgue:

““La concesión del agua en Chile (a manos privadas, obviamente) ha permitido tener niveles de alcantarillado y agua potable de país desarrollado”.

Vaya, el político Walker olvida, o quizás desconoce (la ignorancia reina en el mundillo parlamentario chileno), que el mejor alcantarillado del país es el que posee la ciudad de Santiago en su casco histórico, y que fue construido a finales del siglo diecinueve y comienzos del veinte, cuando las ‘privatizaciones’ no existían. 

Es así como él y sus colegas parlamentarios desconocen  también que los mejores puentes son aquellos construidos por los incas antes de la llegada del invasor europeo, y que superan con creces a los levantados por ingenieros actuales, cuestión que se confirma dramáticamente cada vez que hay severos temporales de lluvia y aluviones, pues las rutas ‘concesionadas’ se cortan y deben usar alternativas como aquellos caminos y puentes de los “indios” incas construidos antes de 1541, los cuales resisten –desde esa lejana época- no únicamente al agua lluvia, los sismos, el viento y los deslizamientos de tierra, sino también los pesados camiones de alto tonelaje cuando los construidos por nuestros ingenieros se deterioran severamente ante un primer temporal de lluvia de volumen significativo.

Parlamentarios como el señor Walker, cooptados por el aroma del dinero de sus patrones megaempresarios transnacionales, son mayoría en nuestro poder legislativo; lenguajean con absoluta indolencia respecto de temas tan relevantes como el del agua, dejando muy en claro que, según ellos, en Chile las nubes tienen dueños. Si no hay otra aseveración científica indesmentible que lo contradiga, es un hecho irrefutable que a lo menos el 90% del agua bebestible o dulce existente en el planeta Tierra proviene del vómito líquido de las nubes que, a su vez, recogen humedad de mares, océanos, ríos y bosques, para vaciarlo  sobre los seis continentes: América, África, Europa,. Asia, Oceanía y Antártica. “Ciclo del agua”, le llaman los que saben. Y en manos de esos ignorantes se encuentra el país. La esperanza es exigua y la desesperación cunde y avanza como el hambre y la picazón.

En la zona austral chileno.-argentina se encuentra el mayor volumen de agua dulce del planeta convertida en glaciares. Tarde o temprano algunas potencias del hemisferio norte querrán agenciarse ese vital recurso, específicamente cuando el mismo escaseé en sus propias naciones. Y si los pueblos de nuestras repúblicas tercermundistas, dueñas –hasta ahora- de ese tesoro, se nieguen a entregarlo a  los poderosos foráneos, obviamente estos usarán la fuerza y la invasión para obtenerlo, y lo harán con   el irrestricto y ‘legal’ apoyo de quienes, como el senador Walker, legislan. ¿Usted, de verdad, lo duda? ¡No me diga!

De nada les servirá entonces a delincuentes nacionales haberse agenciado para sí, mediante engañifas y contubernios legales acordados con algunos corruptos elementos del poder judicial, del agua que nutre y da vida a miles de familias. Llegado el momento, gigantescas megaempresas provenientes de potencias como EEUU, Inglaterra, Israel, China y otras, intentarán apropiarse del vital elemento.

¿Conque usted no lo cree? Siéntese frente al grifo de su patio o de su cocina, y en un  tiempo más verá pasar los cadáveres de la democracia, la independencia y la soberanía. Permítame confesarle que grandes transnacionales de Estados Unidos, Israel y China ya han puesto sus ojos en nuestros glaciares. Tarde o temprano esas poderosas corporaciones estarán dispuestas a enfrentarse sin cortapisas para agenciarse tan preciado y vital tesoro, el cual será más valioso y necesario que el petróleo y el uranio. Es la guerra que viene.

Mientras, aprovechando este largo ínterin de dos o tres décadas, pregúntese quiénes son y de dónde proceden aquellos extranjeros que visitan y se instalan en las regiones australes de Argentina y Chile, ‘mapeando’, levantando cartas topográficas, enviando datos a sus países, proponiendo en foros internacionales quitarles el derecho antártico a chilenos y  argentinos, etc., etc. Como nunca antes, las últimas palabras pronunciadas por un moribundo Bernardo O’Higgins en su hacienda limeña –‘Magallanes, Magallanes’- cobran mayor sentido y relevancia que en la actualidad

Antes de terminada la década del 2040, el agua dulce será en nuestro planeta un elemento más importante  y vital para el desarrollo, el bienestar y la vida, que el cobalto, el estroncio, el oro y el plutonio. Al llegar ese fatal momento, muchos recordarán el pensamiento que un jefe sioux dejó para la posteridad: “Cuando el último árbol sea cortado, el último río envenenado, el último pez pescado, sólo entonces, las seres humanos se darán cuenta que el dinero no se puede comer”

Pero, estos pensamientos gigantes, como el mencionado en el párrafo anterior, a nuestros políticos y legisladores, a nuestros mega empresarios y autoridades, no les interesa, no les conmueve. Ellos serán más culpables que nosotros si la debacle ocurre.

Escrito por: Arturo Alejandro Muñoz, profesor de Historia. Columnista.