Rosa Miranda, presidenta de la asociación Te Abrazo Magallanes, comenta que los niños y jóvenes con Condición Espectro Autista han comenzado a retomar las clases presenciales, lo cual considera que “ya era muy necesario”. Aunque confiesa que en principio era muy aprehensiva con el tema, ahora cree que sólo falta que la Corporación Municipal de Punta Arenas (Cormupa) entregue los recursos necesarios para disponer de los insumos necesarios de protección y prevención del Covid.
Sin embargo, Miranda denuncia que lamentablemente en el Centro de Salud Mental (Cosam) Miraflores, el cual actualmente es dirigido el psiquiatra Luis Venegas, hay una mala gestión, que finalmente desemboca en un desorden y mala atención, algo muy similar a lo denunciado por la Comunidad de Pacientes y Familiares de Salud Mental.
“Seguimos con problemas en Salud. Hay familias de la asociación que están en el Cosam. La verdad, no están las horas (de atención) como corresponde, tampoco han tenido sus controles como corresponde”.
“Tenemos usuarios que están en el Cosam, y las atenciones, sobre todo las a cargo de la psicóloga (no se concretan). O no está, o está con permiso o está con licencia. La profesional se puede enfermar, es humana y lo entendemos. Pero no puede ser que no haya quien reemplace a estos profesionales”.
El problema se agrava según Miranda, ya que el Cosam no está contestando el teléfono ni los correos electrónicos, lo cual empeora la situación y angustia a los padres.
“Algunos de nuestros niños son medicados”, como otros menores con otras situaciones de Salud, por lo que Miranda considera que es negligente que “estos profesionales que están recibiendo su salario y no están haciendo la pega”.
Además, también hay problemas con la atención en el Hospital Clínico, ya que los profesionales “no empatizan, no conocen ni se instruyen respecto de la Condición Espectro Autista”.
Por estos motivos, Te Abrazo Magallanes espera reunirse en los próximos días con las autoridades del Servicio de Salud Magallanes (SSM) para ver la posibilidad de “capacitar a los profesionales y que entiendan que ‘no es una exigencia de la mamá, porque se le ocurrió’ de que le tomen los exámenes” en espacios diferentes de los utilizados para adultos, ya que los niños se descompensan.
“A veces los profesionales no tienen criterio, no tienen empatía y simplemente no quieren conocer la situación de cada familia”.
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