2022: Apuntes para un nuevo año [Columna de José Benítez Mosqueira]

2 de enero de 2022

Y llegó 2022, con las expectativas y promesas de un nuevo año.

Junto con los estallidos de los fuegos artificiales -los últimos dicen las autoridades comunales de Valparaíso y Viña del Mar- la gente regresó a las calles a celebrar el inicio de un ciclo que está marcado por la esperanza de un Chile más justo.   

La redacción de la Constitución continúa su proceso, el cual no ha estado exento de dificultades, trampas y errores no forzados, como denominan los tenistas a los yerros propios, aquellos que no involucran al adversario.

Una parte de la sensación de optimismo que recorre el país es atribuible al estilo cercano que cultiva el presidente electo, quien en pocos días le devolvió a la ciudadanía el derecho a soñar, una cualidad tan propia del ser humano y que se había perdido en la maraña del poder político.

Con gestos mínimos, pero llenos de significado, conversa con los niños y niñas que se le acercan, los mira a los ojos, recibe sus dibujos y los escucha; abraza a la gente, se fotografía con quien se lo pide, estrecha las manos de civiles y uniformados; repite hasta el hartazgo que será el presidente de todos.

Apelando a esa cercanía y a mi experiencia como periodista, me atrevo a pedirle a Gabriel Boric que revise las imágenes de sus actividades diarias y corrija algunos aspectos de su gestualidad. La posición de las manos, las excesivas reverencias, la inclinación del cuerpo, cuadrarse cuando saluda a los carabineros, son gestos que también comunican. La naturalidad es lo suyo, presidente. El resto sobra. Casi siempre, más es menos.

Dejo por un rato la política contingente y me traslado a Europa, donde la cepa Ómicron del virus covid está causando estragos.

Detengo mi lectura diaria de la prensa en una noticia que proviene de la fría Suecia, donde el gerente de la empresa DSruptive anunció a través de un video el lanzamiento de un microchip subcutáneo, capaz de interactuar con otros dispositivos electrónicos y que podría almacenar información personal de los individuos que lo porten, por ejemplo, el pase de movilidad, una prestación práctica que seduce a algunos y pone en alerta a otros.

Antes de despertar suspicacias, aclaro que no soy conspiranoico, antivacunas ni terraplanista, pero esta historia me estremeció por los alcances que podría tener si el uso del aparato del tamaño de un arroz se impone en el mundo.

El microchip me recordó al personaje central de la novela “1984”, de George Orwell, creada en el epílogo de la Segunda Guerra Mundial, cuando Hitler ya había sido derrotado.

En la obra de ficción distópica, el Gran Hermano es una representación todopoderosa y manipuladora, cuyo nombre es invocado para someter a los ciudadanos a la vigilancia permanente de un estado policial y totalitario.

“El Gran Hermano te vigila” es una frase que de tanto repetirse se ha vuelto un cliché de los tiempos modernos, sobre todo con la irrupción de las nuevas tecnologías en la vida cotidiana, que han logrado hacer cada vez más difusos los límites entre lo público y lo privado.

El pasado de ficción ya es presente y nos conmina a reflexionar sobre los peligros que acechan en el camino que estamos transitando y lo fácil que es desviarse.

Sin miedo ni intolerancia a los diferentes argumentos que existen respecto de este tema, es una discusión que se debe dar con cierta urgencia, más ahora cuando está en pleno diseño la carta de navegación que guiará a Chile en las próximas décadas.

Desde mi perspectiva, la pregunta es una sola, ¿hasta dónde estamos dispuestos a avanzar?  

Escrito por: José Benítez Mosqueira, periodista.