Una candidata que propone una monarquía para Chile, un notario muerto que validó las firmas para una candidatura presidencial.
Durante la pasada semana esos eran titulares de los noticieros, cada vez me convenzo más de que vivimos en la era de la boludez.
Son tiempos en que la discusión, donde se confrontan proyectos políticos, no existe.
Son tiempos donde las redes sociales juegan un rol fundamental (todos tienen opinión, pero carecen de formación), la lógica del disparas tú o disparo yo, pero con balas de salva, es cada vez más evidente.
La verdad es que hoy estamos rodeados de mercenarios que aspiran a ganar mucha plata sin hacer nada, van al mejor postor y no les importa a quien servir.
La traición y el engaño son mínimo común en nuestra vida cotidiana.
Los Derechos Humanos son minimizados por el candidato que al parecer es el empleado del mes de los empresarios.
Este tipo es de lo peor ya que hará todo por complacer a sus jefes.
Hay mucha dispersión de votos en lo relativo a las elecciones presidenciales, quizás es un disturbio en la fuerza.
Hoy los candidatos a cualquier cosa no son referentes de nada, solo figuras que se desvanecen como los terrones de azúcar que acabo de poner en mi tazón de café.
Lo único que nos impulsa a creer en algo es que la Convención Constituyente está avanzando y que se reafirma que la historia se escribe en la calle.
